Clodovaldo Hernández, ¿y el racismo de la clase media?

Fernando Saldivia Najul
06 enero 2014


Clodovaldo, el jueves pasado escribiste un artículo en el diario Ciudad CCS, titulado «Luchar por la clase media: ¿Vale la pena?»[1], y me llamó la atención que no mencionaras el tema del racismo como lo has hecho en otras oportunidades. Solo mencionaste que en casos extremos existe en la clase media una abominación hacia el pueblo pobre, pero hasta allí, no explicaste que tal aversión tiene un carácter fundamentalmente racista. Y tampoco explicaste que el voto oposicionista de la clase media se soporta principalmente sobre esta miseria humana heredada del régimen colonial. Quizá se te pasó por alto, o quizá no compartes esta opinión que pudiera parecer exagerada, no sé.

Clodovaldo, la lucha por conquistar a la clase media pasa por la lucha contra el racismo y la discriminación racial. De nada vale que la clase media haya mejorado su poder adquisitivo durante la revolución si los descendientes de esclavos se les están acercando. 

Esta es su verdadera tragedia. Es muy triste, pero tenemos que entender que la precaria felicidad de la clase media se alimenta de la distinción, es decir, de la distancia y la categoría. Mientras más se le acercan los venezolanos de piel morena, más dinero necesitan para escapar a Miami y consumir a modo de terapia para aliviar el malestar causado por el aparente acoso. Incluso, estando en Miami disfrutando de sus centros comerciales, disparan odio por el twitter. Los argumentos son deprimentes: «¿Qué hago yo con calidad de vida en Venezuela si cuando voy en mi carro para el Sambil veo que por el metro llega una invasión de tukis que se pasea por los pasillos del centro comercial?». Sin comentarios.

El otro día escuché a un opositor de piel blanca que hablaba con otro en la pista para caminar del Parque Generalísimo Francisco de Miranda (antes Parque del Este), y entre otras miserias decía: «Bueno mi pana, tú sabes que yo últimamente no he vuelto por acá porque esto se lo cogió el chavismo, esto quedó prácticamente para el pueblo. Y de paso ahora los chinos también quieren caminar por esta pista, y aquí no cabemos todos».

Claro, ellos quisieran ver europeos y gringos de piel blanca caminando al lado de ellos, y no morenos ni chinos. Recordemos que hasta hace poco en Venezuela las leyes prohibían la inmigración que no fuera de raza blanca. El racista Arturo Uslar Pietri fue director del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización, y en su momento se encargaba con celo enfermizo de garantizarle a la oligarquía el blanqueamiento de la sociedad venezolana.[2]

También sabemos que el poder de la clase dominante se apoya sobre la división de la clase trabajadora. Esto no es nuevo. Algo parecido hicieron los genocidas españoles cuando nos impusieron el régimen estamental.

Nosotros crecimos con telenovelas, películas y cuñas racistas como algo natural. Sorprende como Venevisión y Televen están intactas después de 15 años de revolución. Luego la televisión por cable alimentó más aún el racismo y la discriminación. Y desde antes de que Chávez llegara al gobierno, cuando la oligarquía se vio en peligro de perder sus privilegios, comenzó el ataque a su fenotipo como un mecanismo para alimentar el racismo y reforzar la división.

En suma, siempre ha habido desprecio en las capas medias hacia los venezolanos de piel morena, pero cuando ven peligro, sienten miedo y odio. Y este miedo comenzó con la guerra mediática. Aunque se hayan beneficiado con la revolución, no quieren que los de abajo también se beneficien y se les acerquen. Ellos quieren que el dinero de las Misiones se desvíe hacia la burguesía para que esta después de apropiarse más aún de la renta petrolera, distribuya una parte entre los asalariados de los sectores medios. Es más, estarían dispuestos a no esperar más de la burguesía, siempre y cuando la renta no llegue a los de abajo. 

Clodovaldo, pienso que antes de preguntarnos si vale la pena luchar por la clase media, primero tenemos que luchar contra el racismo y la discriminación racial sin descanso, tanto en la superestructura ideológica como en la estructura económica. Es decir, en lo ideológico, principalmente la televisión, y en lo económico, que sean también los descendientes de esclavos quienes controlen la producción, la distribución y la comercialización de lo que consumimos. Esto debe hacerse en paralelo para que se fortalezcan ambos planos en una relación dialéctica. Una Patria antiimperialista fuerte solo es posible en una sociedad sin clases, sin racismo y sin endorracismo. Saludos.

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[2] La oligarquía nunca quiso inmigrantes libaneses, chinos, negros y otros indeseables.

Publicado en Aporrea.org el 06/01/14

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