Racismo escuálido en la Plaza Brión de Chacaíto

Fernando Saldivia Najul
14 enero 2013


El racismo no fue inventado por la oligarquía criolla ni tampoco por sus escuálidos. Lo aprendieron del régimen colonial impuesto por los españoles como instrumento de dominación. Ni la guerra de independencia ni la guerra federal pudieron borrar esta miseria humana que tanto daño le hace a nuestro proceso de descolonización mental.

Todavía hoy a plena luz del día en la Plaza Brión de Chacaíto, se puede ver a un alcalde, como por ejemplo el alcalde de Chacao, Emilio Graterón, montarse en una tarima para calentar la calle y reírse de los comentarios racistas que gritan los escuálidos mientras escuchan su discurso.[1]

Esto ocurrió el sábado 12 E. Allí no había más de 100 personas sentadas y 100 de pie. La gente que pasaba por la plaza prefería aprovechar las ofertas de Beco que escuchar a los fascistas de la oposición. Sin embargo, sí había 3 tarimas y no menos de 15 cámaras de televisión trasmitiendo o grabando, y entrevistando a políticos y políticas pantalleras. Además, estos comentarios se hicieron a escasos metros de los bancos de la plaza donde se sientan todos los días personas provenientes de los sectores populares, que en su gran mayoría son de piel oscura.

Pero no me voy a detener aquí con estos escuálidos, que por cierto, la mayoría ni siquiera sabe a quién beneficia el racismo. Solo quiero traer a la memoria el racismo de la oligarquía criolla y la discriminación racial que sufrieron los abuelos de nuestros abuelos aquí en Caracas. Este racismo sobrevivió en las mentes por memoria generacional, y es sostenido a su vez por las relaciones de producción donde el blanco es el propietario de la mayoría de los medios de producción y comercialización, y de paso es también reforzado por los mensajes racistas que transmiten los medios de comunicación de la burguesía.

Pues bien, hagamos memoria. Hace unas décadas, ¿qué argumentaba la Universidad de Caracas ante el rey para evitar que los Pardos entraran a la Universidad?

«Los primeros negros que pasaron a la América han llegado a nuestros puertos marcados con toda la ignominia de la barbarie y con toda la infamia de la esclavitud. Hombres estúpidos, groseros, desnudos y sin más señal de su racionalidad que una semejanza desfigurada, y casi oscurecida con el ardor del clima. Hombres víctimas de la ferocidad de sus cohermanos que los privaron de su libertad. Hombres en quienes las pasiones más groseras tienen un imperio que casi los degrada de su ser. Hombres inclinados al robo, sanguinarios, suicidas, cubiertos por lo común de la confusión de las costumbres más bárbaras, estos hombres son los ascendientes que forman el principal tronco de la genealogía de los pardos».[2]

¿Qué argumentaba el Obispo de Caracas para evitar que los Pardos obtuvieran beneficios eclesiásticos, y ascendieran al sacerdocio?

«…los descendientes de la mezcla de negro y blanco, nunca pueden llegar a sus troncos sin llegar a la esclavitud. Todos los de su mezcla que son los conocidos únicamente por mulatos han sido originarios de negras esclavas de las familias blancas».[3]

¿Qué argumentaba el Cabildo de Caracas para evitar que los Pardos ascendieran?

«Los pardos o mulatos son vistos aquí con sumo desprecio, y son tenidos y reputados en la clase de gente vil, ya por su origen, ya por los pechos que vuestras reales leyes les imponen, y ya por los honores de que ellas mismas los privan. Ellos han de descender precisamente de esclavos, de hijos ilegítimos, porque los que se llaman mulatos, o pardos son los que traen su origen de la unión de blancos con negras».[4]

Con temor alertaban:

«Hormiguearán las clases de estudiantes Mulatos: pretenderán entrar en el Seminario: rematarán y poseerán los oficios concejiles; servirán en las oficinas públicas, y de Real Hacienda: tomarán conocimiento en todos los negocios públicos, y privados».[5]

Esta misma oligarquía criolla del Cabildo con miedo a perder sus privilegios se preguntaba:

«¿Es posible que han de confundirse los Vasallos limpios, distinguidos y honrados con unos hombres de linage vil y detestable?».[5]

Es la misma pregunta que la oligarquía se hace hoy con la Revolución Bolivariana, solo que aquellos “vasallos limpios, distinguidos y honrados” y los “hombres de linaje vil y detestable” de ayer, son los mismos que ahora la oligarquía distingue entre “decentes” y “marginales”.


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[2] [Informe de la Universidad de Caracas sobre los perjuicios que pueden seguirse de permitir que los hijos de Diego Mexías y otros se reciban en los estudios generales de ella, dispensándole para el efecto la calidad de pardo. Caracas, 6 de octubre de 1803]. Ver en Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico, Santos Rodulfo Cortés. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Tomo II. Caracas, 1978. Pág. 190.

[3] [El Obispo de Caracas representa a V.M. los graves inconvenientes que le han detenido en el uso de sus facultades para llevar a efecto la pretensión de obtener beneficios eclesiásticos, y ascender al sacerdocio los hijos y descendientes de los mulatos Diego Mexías y Domingo Arébalo, y suplica a Vuestra Majestad se digne ordenarle lo que sea de su real agrado, Caracas, 1º de diciembre de 1803]. Ibídem, pág. 208.

[4] [Representación del Cabildo de Caracas al rey suplicando se digne negarse a la solicitud de los pardos y mandar se mantengan estos en la misma clase que hasta ahora por los perjuicios que se ocasionaría en caso contrario. caracas, 13 de octubre de 1788]. Ibídem, pág. 33.

[5] [Informe que el Ayuntamiento de Caracas hace al rey de España referente a la real cédula de 10 de febrero de 1795. Caracas, 28 de noviembre de 1796]. Ibídem, pág. 99.

Publicado en Aporrea.org el 14/01/13

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