Fernando Saldivia Najul
13 abril 2018
El
camarada Clodovaldo Hernández escribió el sábado un artículo en la laiguana.tv
titulado “Reflexiones sueltas sobre el orgullo de limpiar pocetas en EE.UU”. Esto
a raíz de que Nicolás manifestara en público que él no se iría a lavar pocetas a
Miami —como lo hacen algunos venezolanos profesionales—, y sobretodo motivado
por la reacción que este comentario produjo en las redes sociales, el cual lo interpretaron
como ofensivo hacia la labor de las trabajadoras domésticas. Consideran que es
un trabajo digno, incluso algunos respondieron que se sentían orgullosos de
hacerlo.
No
pienso aquí defender al Presidente. Ese comentario puede herir muchas sensibilidades.
Pero tampoco puedo olvidar la campaña de humillación que la oligarquía
venezolana sostiene de manera miserable contra los trabajadores del volante
como Nicolás, y que muchos profesionales de la oposición reproducen de manera
obediente. Para la oligarquía un chofer de metrobus no puede dirigir los
destinos de la nación, a menos que sirva a sus intereses.
Clodovaldo
hace una interesante reflexión sobre el tema. Un tema que reventó las redes
sociales la semana pasada y aún hay mucha tela que cortar. Muchas y muchos
profesionales y hasta personajes de la farándula se ofendieron o simularon
ofenderse por las palabras de Nicolás. Algunos, como Franklin Virgüez, quien se
encuentra actualmente viviendo en Miami, arguyen que quienes limpian pocetas en
Estados Unidos ganan mucho más dinero de lo que ganaría cualquier profesional
en Venezuela. Otras y otros, respondieron que se sienten orgullosos de hacerlo
porque es un trabajo digno.
Aquí
es cuando el periodista Clodovaldo Hernández pregunta sin ánimo de ofender: “¿si
Venezuela estuviera dolarizada y alguien les ofreciera trabajo acá como
aseadores, ganando más que como profesionales, tomarían el empleo, se pondrían
su humilde uniforme y se pasearían por una gran oficina o por el Sambil con su
exprimidor de mopas?”
Sobre
esto, el mismo Clodovaldo reflexiona: “Sospecho que no, tengo la impresión de
que no harían tales oficios en su tierra, a menos que tuvieran la coacción de
una pistola en la cabeza. Sobre todo a los muchachos y las muchachas que
provienen de familias de la clase media-media para arriba no los veo en eso
porque además, sería para ellos socialmente inaceptable. Entonces, el orgullo
de lavar pocetas en EEUU, que algunos han enarbolado —con la furia de una turba
de avispas— luego de las palabras del presidente, parece más que nada un empeño
en llevarle la contraria y, en algunos casos, un síntoma de baja autoestima
nacional y hasta de endorracismo”.
Bueno,
antes que nada quiero aclarar que lo que es digno para los defensores de la
burguesía y el capitalismo, no siempre lo es para los revolucionarios. Para los
comunistas el trabajo alienante y explotador que enriquece a un burgués, no es
digno. Digno es el trabajo liberador.
Con
relación a lo de pasar coleto en el Sambil, por supuesto que estoy de acuerdo
con el camarada. Difícilmente personas de la llamada clase media buscarían en
Venezuela empleo en áreas que históricamente la burguesía venezolana las ha
reservado para un estrato considerado por ellos como inferior. La mayoría de
quienes se desempeñan en estos oficios son los descendientes de los
esclavizados.
Y
no solo eso, sino que tampoco los veo, cuando retornen a Venezuela, colocar en
sus currículos que ellos o ellas invirtieron tiempo lavando baños en Miami,
porque seguramente teman que el patrono los rechace. Algún cuento echarán, pero
nunca confesar en la hoja de vida que dedicaron años limpiando baños. Y los
entiendo. La oligarquía venezolana desprecia el trabajo doméstico —vestigio de
la servidumbre medioeval— y lo descalifica con términos despectivos como
“cachifear”.
Tanto
Venezuela como Estados Unidos son sociedades de clases, estratificadas y
racializadas. Aquí en Venezuela, a pesar de todos los esfuerzos que se han
hecho desde la llegada de Chávez al poder, la burguesía sigue en su empeño por mantener
un proceso de racialización laboral heredado de la colonia española. El punto
está en que las estructuras sociales entre los dos países no necesariamente
coinciden. Las capas medias en Venezuela no gozan del mismo estatus que en
Estados Unidos. Los profesionales venezolanos son consideradas por la
oligarquía de Estados Unidos como “hispanos”, y más ahora con la llegada al
poder del supremacista blanco Donald Trump.
Por
lo general, la labor de limpiar baños en EE.UU está reservada para los
hispanos, los negros y los asiáticos. Esta realidad está socialmente aceptada, porque
es un proyecto nacional de la supremacía blanca que busca mantener sus
privilegios, del mismo modo que las capas medias en Venezuela aceptan el
proyecto de exclusión de la oligarquía venezolana que establece que los
descendientes más directos de los esclavizados sean quienes realicen esas
tareas aquí. La pirámide social no la diseñan los profesionales de las capas
medias, eso lo decide la clase dominante dictatorial de los países.
De
ahí que lo que en Venezuela llaman “cachifear”, en Miami sería realizar un trabajo digno por un
“professional office cleaner”, el cual recibe un entrenamiento riguroso para
limpiar sanitarios y demás espacios de las oficinas o centro comerciales, con
su debida braga de trabajo, guantes, maquinaria de última tecnología y
productos industriales.
Es
decir, nuestros hermanos venezolanos profesionales cuando llegan a Estados
Unidos experimentan un cambio de roles. De trabajo intelectual a trabajo manual.
Al principio lo aceptan. La burguesía lo decidió así, y además, muchos hispanos
están en lo mismo. No es una “raya” como aquí en Venezuela. Y se esfuerzan con
la esperanza de conseguir más adelante un trabajo en su área. Pero cuando pasan
los años comienzan a descubrir que la idea del sueño americano —si trabajas
duro te puedes comprar una casa con jardín, un carro, y un perro de raza— que
difunden las películas Hollywood para atraer mano de obra barata, es aplastada
por la doctrina Monroe: América para los americanos.
La
discriminación racial en Estados Unidos no es cuento comunista. El 18 de
Diciembre de 2014 el actor venezolano Franklin Virgüez escribió un artículo
para el periódico mensual El Venezolano de Orlando, titulado Endorracismo y auto
discriminación. Aquí nos recuerda lo duro que resulta para los hispanos surgir en
Estados Unidos. En palabras de Virgüez: “La población hispana que vive aquí en
los Estados Unidos intenta abrirse paso en una sociedad históricamente racista,
donde el hispano trata de parecerse más al norteamericano exitoso que al
latinoamericano subdesarrollado”.
Publicado
en Aporrea.org el 13/04/18
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