Fernando Saldivia Najul
06 agosto 2011
La eficacia del discurso del mestizaje en Venezuela la pude comprobar cuando un compañero de trabajo nacido en Barlovento, de piel morena, en medio de una conversación sobre el racismo en Venezuela, me dijo que aquí no había Negros porque ya todos estábamos mezclados. Inmediatamente reconocí el buen trabajo que hizo la burguesía con la ayuda de sus ideólogos y sus políticos para ocultar el racismo en Venezuela a través del discurso del mestizaje.
Cuando la ideología del racismo entró en contradicción con los ideales de libertad, igualdad y fraternidad del proyecto liberal, la burguesía se vio en la necesidad de ocultar la práctica del racismo con el discurso del mestizaje. Esta ideología ayudó a la burguesía a borrar la identidad de las etnias oprimidas porque supone la mezcla progresiva de todos los habitantes, y el porcentaje de personas que restaría por fundirse sería insignificante. Con este cuento desconocieron los derechos ancestrales de las comunidades indígenas, el protagonismo de los pueblos indígenas y Negros en la lucha por la libertad, y la deuda que la República tiene con ellos, nuestros hermanos. Una deuda que por supuesto es incompatible con el capitalismo. De esta manera se produjo el mito de la democracia racial, que irónicamente y por desgracia, tiene su origen en la violación sexual que practicaban los señores blancos a las mujeres Indias y Negras esclavizadas en tiempo de la colonia.
El invento de la ideología del racismo —la cual justificó y legitimó la esclavitud en la colonia—, la práctica del racismo, así como el posterior invento de la ideología del mestizaje que se impuso en Latinoamérica para ocultar el racismo, han sido y siguen siendo instrumentos muy eficaces de la clase dominante para dominar y facilitar la explotación.
Por un lado, la práctica del racismo ayuda a la burguesía a la exclusión y a dividir a la clase trabajadora. El racismo de exclusión opera para proteger los intereses económicos de la burguesía, y luego, esta misma burguesía, con todo el cinismo que la caracteriza, muestra los índices de pobreza y delincuencia de las comunidades excluidas y las señala como incapaces y responsables de su propia situación. El fenómeno del endorracismo y el proceso de blanqueamiento, consecuencia del racismo, alimenta la competencia, lo cual contribuye también a la división de la clase trabajadora.
Por otro lado, el discurso del mestizaje, el cual nos dice que vivimos en una sociedad mestiza, con muchos matices, y que a diferencia de la Venezuela colonial, ahora todos tenemos los mismos derechos y oportunidades para ascender, invita al individualismo y a la competencia, donde por supuesto al blanco siempre le va mejor que al Mestizo, al Negro y al Indio. Y le va mejor al blanco porque el racismo es una maldita realidad en Venezuela que se ha querido ocultar con el discurso del mestizaje. El discurso del mestizaje borra nuestras raíces étnicas y la diversidad cultural y de saberes, invisibilizando al mestizo como un ser sin raíces culturales propias, y lo conduce a vestirse de jeans y a comer hamburguesas, como parte de un proceso de asimilación a la cultura dominante. Además este discurso oculta que la burguesía blanca desprecia a los Indios, Negros venezolanos, Afrovenezolanos, Mestizos, y a sus culturas, y por esta razón, muchas veces en el pasado se distrajo la lucha contra la discriminación racial y étnica en Venezuela, la cual debe desarrollarse junto a la lucha de clases. De esta manera la ideología del mestizaje ayuda a que la burguesía conserve la supremacía como “raza”, cultura y clase.
El Proyecto “Imagen del Negro en la Venezuela de hoy”: Una Reflexión Metodológica [1], auspiciado por la Universidad Central de Venezuela, recogió entre los participantes del proyecto distintas expresiones narradas de prejuicio racial, a pesar de que existe una resistencia social a aceptar los prejuicios raciales que persisten al interior del extendido mestizaje de la población venezolana. Los participantes narraron experiencias en distintos espacios de las relaciones sociales tales como:
“Impiden acceso a discotecas, hoteles o restaurantes; discriminación laboral; verbalización despectiva y chistes raciales; rechazo ante el estereotipo físico; endorracismo familiar; cuestionamiento a parejas interraciales; acoso policial; imagen transmitida en medios de comunicación; y rechazo en el ambiente escolar”. [2]
Todo el mundo lo sabe. Basta con entrar a un salón de clases de una universidad pública controlada por la derecha para percibir la casi absoluta ausencia de estudiantes Negros. Basta con ver los medios de comunicación de la burguesía para percibir como discriminan a los artistas y periodistas Negros, y como invisibilizan a la persona Negra para reforzar el racismo en los televidentes, y mantener el orden establecido. En un proceso dialéctico, la ideología del racismo como parte de la superestructura de la sociedad, es soportada a su vez por una base económica con unas relaciones de producción y comercialización donde el blanco sigue siendo el patrón, el que tiene el control y da las órdenes. Es así como fácilmente se reproduce la práctica del racismo.[3]
La perpetuación del racismo en Venezuela no debe extrañarnos. Desde la Independencia la oligarquía criolla con sus ideólogos y los gobiernos a su servicio siempre han deseado y propiciado la inmigración de blancos europeos para blanquear a la población, y también a ellos mismos, porque en alguna medida ellos también se habían mezclado con Indios y Negros. Al mismo tiempo que atraían a los blancos para poblar el país, le ponían obstáculos a la inmigración voluntaria de Negros.
Para muestra dos botones. Es bueno recordar el discurso de los racistas Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri, promotores de la inmigración europea y del racismo en Venezuela:
Dice Alberto Adriani: “El peligro negro es el más grave y su solución es más difícil. Ya Venezuela tiene una población negra considerable que no es conveniente tratar como de raza inferior. (…) En nuestro país los negros han sido la materia prima, el elemento en el cual reclutaron sus ejércitos casi todas las revoluciones. Un aumento sensible de la población negra podría turbar el desarrollo normal de nuestras instituciones democráticas y de toda nuestra vida nacional, y sobre todo, comprometer gravemente nuestra unidad moral. (…) El ideal sería poseer una población blanca homogénea, lo cual es imposible, pues nuestro territorio contiene una gran proporción de indios y de negros. Podemos, sin embargo, con gran provecho nuestro, aumentar considerablemente el elemento blanco”.[4]
Dice Arturo Uslar Pietri: “El indio era aun mucho más incapaz de valorización que el español. Nunca tuvo ni capacidad ni resignación para el trabajo sistemático. Al hablar del indio las palabras pereza y vicio surgen constantemente de la pluma de los cronistas coloniales. La aparición del negro en América fue una consecuencia de la misma incapacidad del indio. El negro, por su parte, tampoco constituye un aporte que pueda beneficiar a la raza. La mezcla resultante no ha superado los componentes originales. Lo que pudiéramos llamar la raza venezolana actual es, en rasgos generales, tan incapaz de una concepción moderna y dinámica del trabajo y de la riqueza, como lo fueron sus ascendientes. (...) Esto quiere decir que si no modificamos grandemente la composición étnica de nuestra población será casi imposible variar el curso de nuestra historia y hacer de este país un Estado moderno”.[5]
Y pensar que estos tipos todavía son un referente intelectual y moral de primer orden para los escuálidos. Que miserables.
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[1] Ligia Montañez, Ligia M. Sánchez, José F. Salinas. Proyecto “Imagen del Negro en la Venezuela de hoy: Una Reflexión Metodológica”. Revista Interamericana de Psicología, 2003. Vol. 37, Num.1, pp. 31-49
http://www.psicorip.org/Resumos/PerP/RIP/RIP036a0/RIP03702.pdf
[2] Ibídem, p.45
[3] Fernando Saldivia Najul, Racismo en la televisión: “Negro no da rating”
http://www.aporrea.org/medios/a126835.html
[4] Alberto Adriani, Obras Escogidas: Venezuela y sus Problemas de la Inmigración, Noviembre, 1926. Biblioteca Ayacucho, Caracas,1998, pp. 86 y 88.
[5] Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración. Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas. Julio 1937. Número 284. Pág. 6943
Publicado en Aporrea.org el 06/08/11
http://www.aporrea.org/actualidad/a127970.html
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http://www.fernandosaldivia.blogspot.com/
06 agosto 2011
La eficacia del discurso del mestizaje en Venezuela la pude comprobar cuando un compañero de trabajo nacido en Barlovento, de piel morena, en medio de una conversación sobre el racismo en Venezuela, me dijo que aquí no había Negros porque ya todos estábamos mezclados. Inmediatamente reconocí el buen trabajo que hizo la burguesía con la ayuda de sus ideólogos y sus políticos para ocultar el racismo en Venezuela a través del discurso del mestizaje.
Cuando la ideología del racismo entró en contradicción con los ideales de libertad, igualdad y fraternidad del proyecto liberal, la burguesía se vio en la necesidad de ocultar la práctica del racismo con el discurso del mestizaje. Esta ideología ayudó a la burguesía a borrar la identidad de las etnias oprimidas porque supone la mezcla progresiva de todos los habitantes, y el porcentaje de personas que restaría por fundirse sería insignificante. Con este cuento desconocieron los derechos ancestrales de las comunidades indígenas, el protagonismo de los pueblos indígenas y Negros en la lucha por la libertad, y la deuda que la República tiene con ellos, nuestros hermanos. Una deuda que por supuesto es incompatible con el capitalismo. De esta manera se produjo el mito de la democracia racial, que irónicamente y por desgracia, tiene su origen en la violación sexual que practicaban los señores blancos a las mujeres Indias y Negras esclavizadas en tiempo de la colonia.
El invento de la ideología del racismo —la cual justificó y legitimó la esclavitud en la colonia—, la práctica del racismo, así como el posterior invento de la ideología del mestizaje que se impuso en Latinoamérica para ocultar el racismo, han sido y siguen siendo instrumentos muy eficaces de la clase dominante para dominar y facilitar la explotación.
Por un lado, la práctica del racismo ayuda a la burguesía a la exclusión y a dividir a la clase trabajadora. El racismo de exclusión opera para proteger los intereses económicos de la burguesía, y luego, esta misma burguesía, con todo el cinismo que la caracteriza, muestra los índices de pobreza y delincuencia de las comunidades excluidas y las señala como incapaces y responsables de su propia situación. El fenómeno del endorracismo y el proceso de blanqueamiento, consecuencia del racismo, alimenta la competencia, lo cual contribuye también a la división de la clase trabajadora.
Por otro lado, el discurso del mestizaje, el cual nos dice que vivimos en una sociedad mestiza, con muchos matices, y que a diferencia de la Venezuela colonial, ahora todos tenemos los mismos derechos y oportunidades para ascender, invita al individualismo y a la competencia, donde por supuesto al blanco siempre le va mejor que al Mestizo, al Negro y al Indio. Y le va mejor al blanco porque el racismo es una maldita realidad en Venezuela que se ha querido ocultar con el discurso del mestizaje. El discurso del mestizaje borra nuestras raíces étnicas y la diversidad cultural y de saberes, invisibilizando al mestizo como un ser sin raíces culturales propias, y lo conduce a vestirse de jeans y a comer hamburguesas, como parte de un proceso de asimilación a la cultura dominante. Además este discurso oculta que la burguesía blanca desprecia a los Indios, Negros venezolanos, Afrovenezolanos, Mestizos, y a sus culturas, y por esta razón, muchas veces en el pasado se distrajo la lucha contra la discriminación racial y étnica en Venezuela, la cual debe desarrollarse junto a la lucha de clases. De esta manera la ideología del mestizaje ayuda a que la burguesía conserve la supremacía como “raza”, cultura y clase.
El Proyecto “Imagen del Negro en la Venezuela de hoy”: Una Reflexión Metodológica [1], auspiciado por la Universidad Central de Venezuela, recogió entre los participantes del proyecto distintas expresiones narradas de prejuicio racial, a pesar de que existe una resistencia social a aceptar los prejuicios raciales que persisten al interior del extendido mestizaje de la población venezolana. Los participantes narraron experiencias en distintos espacios de las relaciones sociales tales como:
“Impiden acceso a discotecas, hoteles o restaurantes; discriminación laboral; verbalización despectiva y chistes raciales; rechazo ante el estereotipo físico; endorracismo familiar; cuestionamiento a parejas interraciales; acoso policial; imagen transmitida en medios de comunicación; y rechazo en el ambiente escolar”. [2]
Todo el mundo lo sabe. Basta con entrar a un salón de clases de una universidad pública controlada por la derecha para percibir la casi absoluta ausencia de estudiantes Negros. Basta con ver los medios de comunicación de la burguesía para percibir como discriminan a los artistas y periodistas Negros, y como invisibilizan a la persona Negra para reforzar el racismo en los televidentes, y mantener el orden establecido. En un proceso dialéctico, la ideología del racismo como parte de la superestructura de la sociedad, es soportada a su vez por una base económica con unas relaciones de producción y comercialización donde el blanco sigue siendo el patrón, el que tiene el control y da las órdenes. Es así como fácilmente se reproduce la práctica del racismo.[3]
La perpetuación del racismo en Venezuela no debe extrañarnos. Desde la Independencia la oligarquía criolla con sus ideólogos y los gobiernos a su servicio siempre han deseado y propiciado la inmigración de blancos europeos para blanquear a la población, y también a ellos mismos, porque en alguna medida ellos también se habían mezclado con Indios y Negros. Al mismo tiempo que atraían a los blancos para poblar el país, le ponían obstáculos a la inmigración voluntaria de Negros.
Para muestra dos botones. Es bueno recordar el discurso de los racistas Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri, promotores de la inmigración europea y del racismo en Venezuela:
Dice Alberto Adriani: “El peligro negro es el más grave y su solución es más difícil. Ya Venezuela tiene una población negra considerable que no es conveniente tratar como de raza inferior. (…) En nuestro país los negros han sido la materia prima, el elemento en el cual reclutaron sus ejércitos casi todas las revoluciones. Un aumento sensible de la población negra podría turbar el desarrollo normal de nuestras instituciones democráticas y de toda nuestra vida nacional, y sobre todo, comprometer gravemente nuestra unidad moral. (…) El ideal sería poseer una población blanca homogénea, lo cual es imposible, pues nuestro territorio contiene una gran proporción de indios y de negros. Podemos, sin embargo, con gran provecho nuestro, aumentar considerablemente el elemento blanco”.[4]
Dice Arturo Uslar Pietri: “El indio era aun mucho más incapaz de valorización que el español. Nunca tuvo ni capacidad ni resignación para el trabajo sistemático. Al hablar del indio las palabras pereza y vicio surgen constantemente de la pluma de los cronistas coloniales. La aparición del negro en América fue una consecuencia de la misma incapacidad del indio. El negro, por su parte, tampoco constituye un aporte que pueda beneficiar a la raza. La mezcla resultante no ha superado los componentes originales. Lo que pudiéramos llamar la raza venezolana actual es, en rasgos generales, tan incapaz de una concepción moderna y dinámica del trabajo y de la riqueza, como lo fueron sus ascendientes. (...) Esto quiere decir que si no modificamos grandemente la composición étnica de nuestra población será casi imposible variar el curso de nuestra historia y hacer de este país un Estado moderno”.[5]
Y pensar que estos tipos todavía son un referente intelectual y moral de primer orden para los escuálidos. Que miserables.
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[1] Ligia Montañez, Ligia M. Sánchez, José F. Salinas. Proyecto “Imagen del Negro en la Venezuela de hoy: Una Reflexión Metodológica”. Revista Interamericana de Psicología, 2003. Vol. 37, Num.1, pp. 31-49
http://www.psicorip.org/Resumos/PerP/RIP/RIP036a0/RIP03702.pdf
[2] Ibídem, p.45
[3] Fernando Saldivia Najul, Racismo en la televisión: “Negro no da rating”
http://www.aporrea.org/medios/a126835.html
[4] Alberto Adriani, Obras Escogidas: Venezuela y sus Problemas de la Inmigración, Noviembre, 1926. Biblioteca Ayacucho, Caracas,1998, pp. 86 y 88.
[5] Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración. Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas. Julio 1937. Número 284. Pág. 6943
Publicado en Aporrea.org el 06/08/11
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