Por piedad, indemnicemos a los jugadores de golf

Se les viola un derecho sagrado

Fernando Saldivia Najul
24 agosto 2006



Anoche escuché al moderador del programa “La Hojilla” de VTV, quien hacía referencia a las intenciones que tiene el Alcalde Mayor de Caracas de expropiar los campos de golf de la ciudad capital. Según entendí, el Alcalde es partidario de habilitar los terrenos con miras a construir viviendas para los profesionales que viven arrimados. A su vez el moderador de “La Hojilla”, más justo que el anterior, argumentaba que esos terrenos debían acondicionarse para urbanizar a quienes ni siquiera les dieron educación durante la dictadura democrática. Y todo lo anterior, por supuesto, planteado en los términos de un Estado burgués que les garantiza a los jugadores de golf, la “justa indemnización” establecida en el artículo 115 de la Constitución Bolivariana de Venezuela.

Ahora bien, apreciados lectores, yo voy más allá. ¿Por qué nuestras leyes todavía indemnizan a los burgueses jugadores de golf? Ustedes se han preguntado quién indemniza a los excluidos de los servicios públicos, por décadas y por siglos. Yo solamente he oído hablar del pago de la deuda social. Sin embargo, nunca he escuchado sobre indemnizar a los niños de los suburbios, quienes fueron arrinconados a jugar “pelotica de goma” al borde de los taludes inestables de los cerros de Caracas. ¿Cuántos murieron tratando de alcanzar la pelotica por el barranco? ¿Dónde queda la indemnización social?

Por otro lado, ¿cuántas hectárias de terreno vírgenes no fueron contaminadas y destruidas en Venezuela por la burguesía, para enriquecerse y poder darle el costoso mantenimiento a la incomparable área de “pulmón vegetal” que tienen como jardín de sus casas? ¿Cuántos excluidos, desterrados de sus conucos y obligados a vivir en una sociedad burguesa, murieron para que los jugadores de golf pudieran disfrutar de su césped bien mantenido en la ciudad?

Y sigo preguntándome, ¿quiénes impusieron el régimen “totalitario” de mercado en Venezuela? ¿No fueron los jugadores de golf entrenados por los jugadores de la globalización mundial? ¿Tenemos ahora que indemnizarlos? ¿O es que la propiedad privada todavía es sagrada?

Pareciera que aún lo es. Los brillantes filósofos de la derecha hicieron del mercado un medio y de la propiedad un fin. La finalidad primordial de la “sociedad civil”, la cual desplazó a la sociedad feudal, es la defensa de la propiedad privada. Todo gira alrededor de la propiedad privada. De hecho, en nombre de la “sociedad civil” del siglo XVIII, en la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, se reclamó y estableció el derecho de propiedad privada como un derecho humano fundamental. Incluso se le dio un carácter sagrado de manera enfática. Aquí, el derecho a poseer un campo de golf para unos pocos, es sagrado. La persona no es sino un individuo con derecho de propiedad. Aquí se les olvidó que la dignidad humana es anterior a cualquier sistema social. No recuerdan que venimos al mundo sin propiedades y nos vamos sin ellas. Hacen gala de propietarios eternos.

Hoy, los jugadores de golf deberían darle las gracias a los constituyentistas. Parece que ninguno de ellos era anarquista. Más bien muchos de ellos, burgueses. De lo contrario hubiesen apelado a la máxima de Pierre Joseph Proudhon: “La propiedad es el robo”. Pero no fue así. Se salvaron.

De cualquier manera, estimados amigos, el Estado debe dar garantía del cumplimiento a los derechos reconocidos y consagrados en la Constitución. Entonces, ¡por piedad!, otorguémosles el derecho a la defensa y el debido proceso a los pobres indefensos. Luego, si se justifica la expropiación, indemnicémoslos. Y si por referendo consultivo, el pueblo les concede construir un “golfito”, para que no se amodorren en sus caserones, se lo construimos a un lado. No hay problema.

Por mi parte, considero que cualquier decisión que se tome con relación al futuro de los campos de golf, debe tomar en cuenta la necesidad de más espacios públicos y de recreación que tienen todos los caraqueños y visitantes. Ya no hay por dónde caminar. Y mucho menos por las cercanías de los campos de golf, donde tienen como política construir pocas o ninguna acera, e instalar pocos o ningún poste de luz, con el propósito racista de evitar que los peatones se acerquen a los parásitos burgueses. ¿Apartheid?

El socialismo se alcanza sólo con una política de expropiar hoy a los expropiadores de ayer.

¡Más plazas, y menos centros comerciales!


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Publicado en Aporrea.org el 24/08/06
http://www.aporrea.org/actualidad/a24722.html

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