Acostumbrado a trabajar bajo presión

Fernando Saldivia Najul
06 febrero 2006



Si usted amigo lector, está buscando trabajo en la empresa privada, preocúpese. En los diarios y en la Internet puede encontrar infinidad de ofertas de trabajo, pero no le va a ser nada fácil conseguir un trabajo decente, tal cual lo define la Organización Internacional del Trabajo. Más bien abundan las ofertas de trabajo forzado. ¡No se asuste!. Lo que pasa es que a simple vista parece normal. Pero si abre bien los ojos, verá como con un sutil eufemismo se ha venido disfrazando por varios años, un requisito obligatorio para ser bienvenido en una empresa capitalista. Le van a exigir nada más y nada menos que usted esté «acostumbrado a trabajar bajo presión»

El capitalista da por sentado que los trabajadores están acostumbrados a ser esclavos. El cinismo en acción. En otros términos, esto significa que usted, si es aceptado, va estar sujeto a todo tipo de opresión, chantaje y humillación.

Pero no son todos. Hay empresarios más conscientes que, a cambio de la disponibilidad que usted debe tener para que lo exploten descaradamente, le ofrecen un «excelente ambiente de trabajo» O sea, algo así como recorrer el calvario con música de fondo.

Esta forma de explotación engañosa, que tiene muchos años operando en Venezuela, se perfeccionó con la globalización de capitales. Desde hace tiempo que los métodos propios de explotación de las transnacionales, son copiados por la oligarquía y la burguesía criolla. Pero es más recientemente, a principios de los años 90, cuando aparece el mundo unipolar, que los criollos adoptan definitivamente este famoso y deplorable requisito laboral: «Ability to work under pressure»

Lo que comenzó con la esclavitud, luego con la servidumbre, y posteriormente con el capitalismo, terminó como un requisito formal para optar por un empleo. El trabajador tiene que producir con urgencia. Pero no se trata de la emergencia en los hospitales, la de los bomberos, la de la policía, o la de una avería de algún servicio público. No. Cualquier trabajador al servicio del capitalismo neoliberal y salvaje ahora tiene que trabajar en emergencia y en horas extraordinarias casi permanentes. Es una injusticia que se hizo costumbre.

Esta modalidad les ha dado tan buenos resultados, que han llegado a convencer a algunos trabajadores para que digan que ellos se sienten bien trabajando bajo presión. Uno los escucha: “yo trabajo mejor bajo presión”, o “a mí me gusta trabajar bajo presión”. Es como si dijeran: “yo trabajo mejor de esclavo”, o “me gustar ser esclavo”. Claro, de tanto leer libros de autoayuda para manejar el estrés, algunos ya se lo creen. Incluso las empresas de recursos humanos dictan cursos para trabajar bajo presión. Son cursos para ser feliz sin dejar de ser esclavo. Después de varias horas de teoría y refrigerios, salen egresados como esclavos de primera. Listos para ponerse a prueba.

Después de siete años de democracia revolucionaria, la oligarquía y la burguesía criolla todavía hacen de las suyas. Aún cuentan con trabajadores incautos que de buena fe caen en las redes, y una vez dentro de ellas, lo inevitable: el acoso moral, la violencia psicológica. Otros trabajadores menos ingenuos pero igualmente necesitados, sienten el acoso desde el mismo momento que leen el aviso, pero no les queda otro camino que aceptar. Ya tiene varios hijos que mantener. ¡A sufrir el terror!

Si a usted amigo, se le ocurre aceptar uno de estos trabajos indecentes del capitalismo, el patrono lo consumirá por meses, años o quizá para toda la vida. No va a encontrar espacio para la creatividad, y mucho menos para el compañerismo. El patrono fomentará la explotación y la competencia desleal entre sus compañeros. Usted no tendrá compañeros verdaderos. Sólo estará acompañado de competidores igualmente oprimidos. En la pirámide, nadie se salva de la ansiedad. Ni el mismo patrono.

Usted va a escuchar a empleados diciendo con ingenuidad, que “tienen que dar látigo” a otros empleados. Sin saberlo, enarbolan prácticas opresivas que se suponen superadas. También le va a tocar escuchar algunas palabras de ánimo como: ”estamos atrasados”, o “esto es urgente”. Como si se estuviera ejecutando una obra para el bien de la comunidad. Pero no es así. En el fondo, la urgencia casi siempre se refiere a la premura que tiene el empresario de concentrar dinero y poder. Nunca se trata de la urgencia que tienen los trabajadores de sentirse bien durante la jornada de trabajo. El bienestar de los trabajadores nunca es de inmediata obligación.

Si fuera urgente el trabajo que hacen los trabajadores en la empresa privada, estos falsos inversionistas no hubiesen dejado que la nación perdiera 20.000 millones de dólares durante el sabotaje petrolero. Estos mismos ahora, con toda desfachatez, los vemos por la televisión y los diarios, retratados con el Presidente de la República recibiendo dinero. Nunca invierten sus capitales. Nunca arriesgan. Es la oligarquía parásita.

Arriesgan solamente los trabajadores. El trabajador ya no trabaja por jornada o por tarea. Al trabajador lo fuerzan a entregar productos en tiempos limitados, mientras que el patrono le paga lo mismo por la jornada diaria. ¡Qué fácil! ¡El patrono traslada los riesgos al trabajador! Es decir, el trabajador es acosado psicológicamente para que cumpla metas arbitrarias de trabajo, y luego se le recompensa solamente con un salario estipulado por unidad de tiempo. De esta forma el empresario, con una mala gerencia, no arriesga, y se enriquece a costilla del recurso humano.

Si esta es la manera de valorar a los incluidos, como simples recursos humanos consumibles y desechables, ¿qué precio tendrán los excluidos? ¿Qué entenderán los capitalistas por democracia?

No lo sé. Pero el socialista sí entiende que con violencia laboral no hay democracia. El socialista tiene que rechazar una globalización que se asienta sobre un sistema de relaciones laborales perversas y desiguales. Tenemos que asumir el tema de la violencia laboral como un problema de salud pública que debe ser erradicado. Tenemos que trabajar para transformar esa realidad.

El trabajo no puede ser un castigo. El trabajo tiene que ser gratificante. Tiene que proporcionar satisfacción por sí mismo. El trabajo en equipo, solidario y amistoso produce más felicidad para todos. Para trabajadores y patronos. No se puede medir la eficiencia de una empresa en términos netamente materiales. No hay por qué sacrificarse cinco o seis días de la semana, para disfrutar sólo uno o dos. Esto es ineficiencia. Con un poco de sensatez podemos disfrutar todos, tanto trabajadores como patronos, todos los días de la semana.

La explotación del hombre por el hombre humilla a los explotados y degrada la condición humana de los explotadores. Es sólo en el socialismo y el comunismo, que vamos a liberarnos de todas las formas de explotación: esclavitud, servidumbre y capitalismo, para alcanzar finalmente la entera dignidad del ser humano.

Termino con un llamado a los camaradas revolucionarios, para que no permitamos de ninguna manera, que las miserias del capitalismo se reproduzcan en nuestras recién fundadas cooperativas.

Un saludo solidario a todos los trabajadores del mundo.


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Publicado en Aporrea.org el 06/02/06 
http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=19342

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