03 marzo 2015
Yo viví una Venezuela donde niñas y niños lactantes de los sectores populares se alimentaban con tetero de agua de espagueti, mientras que en los restaurantes, tascas y discotecas se derramaba el whisky 12 años, 18 años, y déle. Qué tiempos aquellos. Recuerdo que el que bebía whisky y conocía esa realidad, no sentía ningún remordimiento de conciencia. Decía que eso no era su problema.
LECHE
CASA destinada a la Red Mercal.
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Todavía
hay gente que no lo cree, sobretodo los jóvenes, que aquí en Venezuela crecieron
niñas y niños con tetero de agua de espagueti, o agua de arroz, o de harina de
maíz. Incluso bebes que vivían al lado de los campos e instalaciones petroleras.
Uno cuenta este drama ahora y hay quienes ponen cara de extrañeza. Otros hacen
chiste de eso por la red social Twitter. Afortunadamente aún quedan registros
de aquella realidad que la derecha no ha podido borrarlos. En 1998 la situación
ya era insostenible:
En
mayo de 1998, Irene Sáez expresó frente a un grupo de empresarios asistentes al
directorio convocado por la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos
(Cavidea), lo que los empresarios ya sabían de más. Irene Sáez dijo conocer por
información de niños de una escuela popular, que la infancia pobre se está
alimentando con agua de arroz y agua de pasta. Casualmente en la reunión se
encontraba el presidente de Cavidea para entonces, Eduardo Gómez Sigala. (El
Nacional, 20 de mayo de1998).
En
agosto de 1998, María Walter, ex docente de la Universidad del Zulia,
nos pintaba un panorama desolador. Decía que nuestra política nutricional, por
el alza de los costos, ha generado un abandono de la atención a nivel de
comedores gratuitos, que casi ni existen, y en las escuelas se puede encontrar
desnutrición porque la asistencia sanitaria a los estudiantes ha sido
descontinuada. Y agrega María Walter: «Sabemos de niños en edad de lactar que
han sido llevados al Centro Clínico Nutricional Menca de Leoni, que han
consumido aguadas de arroz, de espagueti (la pasta y el arroz para los grandes
y el agua residual para los bebés), o teteros de cubitos, y eso es hablar de
una gran concentración de sales y químicos no asimilables por los infantes».
(El Universal, 24 de agosto de 1998).
En
septiembre de 1998, Vanessa Davies visitó el Centro Nutricional Menca de Leoni,
y alarmada escribió para el diario El Nacional: «Hay brazos y piernas que
parecen las ramas de un árbol enfermo, y cabellos a los que la ausencia de
alimentos volvió tan inflexibles, que se parten hasta por tocarlos. Es fácil
verlos: en la calle, a los niños que se están literalmente consumiendo a sí
mismos pero todavía se mantienen en pie; en el Centro Clínico Nutricional Menca
de Leoni de Caracas, a quienes ya no pueden luchar porque sólo les quedan los
huesos forrados con pellejo». Más adelante escribe: Existe una «pobreza
nacional con bebés que comen el agua sobrante de la cocción de espaguetis para
el resto de la familia, ignoran lo que es la leche y saben de la existencia de
los cereales por las cuñas de televisión». La médica Arelis López le informa a
Vanessa Davies que los niños «vienen de no comer carne de ningún tipo, sino
agüitas con cualquier cosa. Las mamás dicen que les sirven carne todos los
días, pero no es verdad. Leche, ni soñarlo; en todo caso, diluida». (El
Nacional, 15 de septiembre de 1998).
Esta
fue la Patria destrozada
que recogió el Comandante Chávez en febrero de 1999. Toda una tragedia
neoliberal. Mientras Eduardo Gómez Sigala, Leopoldo López, María Corina
Machado, Henrique Capriles y Antonio Ledezma bebían whisky o champaña, madres venezolanas
desesperadas se veían obligadas a mandar a sus hijos a la calle porque no tenían
cómo alimentarlos.
¿Quién
no recuerda a centenares de niños deambulando por Caracas oliendo pega de
zapatos para calmar el hambre? ¿Quién puede olvidar verlos durmiendo en las
frías noches sobre las rejillas de los extractores de aire cálido del Sistema
Metro de Caracas? Hasta una película realizaron donde se denuncia una verdad
que no se podía ocultar, titulada Huelepega: Ley de la calle. Una producción de
José Novoa, dirigida por Elia Schneider. Y hasta Franco de Vita lanzó una
canción que lleva por título Los Hijos de la Oscuridad.
Por
aquellos tiempos, Rafael Urbina, delegado sindical de los empleados de la Maternidad Concepción
Palacios, contaba que casi todos los días eran abandonados niñas y niños recién
nacidos en los retenes de la
Maternidad, e incluso al pie de los árboles de la plaza
ubicada justo al lado del centro materno. (El Nacional, 5 de septiembre de
1998).
Así
sobrevivía el pueblo venezolano. Tampoco los soldados de las Fuerzas Armadas la
pasaban mejor. Nos cuenta el General Jorge Luís García Carneiro que la comida
de los soldados era salchichas a granel, porque era el desperdicios de las
embutidoras. También comían mortadela. Comían espagueti de sexta categoría que
entregaban a los batallones en bolsas de harina. Les daban bazofia, les daban
basura, la tropa pasaba hambre, relató García Carneiro. (Programa Con el Mazo Dando,
transmitido por VTV, 31 de marzo de 2014).
Todo
este pasado de exclusión que narro ahora no es para que la llamada clase media
desista de defender a la oligarquía, porque sabemos que eso no va a ocurrir.
No, no soy tan ingenuo. Lo recuerdo para que los chavistas, agobiados y desmoralizados
por la guerra económica y mediática, abandonen la idea de abstenerse en las
próximas elecciones parlamentarias. Es cierto, la guerra mediática se agudiza,
pero aquí nadie se rinde. No es tiempo de recular. Todo el mundo en sus puestos
de combate.
Vamos
Karen, vamos Mario, que sus voces sean disparos. Unidad, lucha, batalla y
victoria. Termino este artículo con un solidario mensaje de tuit de la
periodista Karen Méndez escrito el 21 de febrero, dirigido a Mario Silva,
conductor del programa La
Hojilla que transmite VTV. [1]:
Karen Méndez @karenmendezl
@LaHojillaenTV
Bienvenido Mario!!! Bienvenido al lugar que siempre fue tu casa!!! Éxitos!!!
Publicado
en Aporrea.org el 03/03/15
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