25 marzo 2015
Los
mismos que se la pasan diciendo que el imperialismo no existe, y se burlan de
los patriotas, esos mismos pidieron y celebraron la invasión a Panamá. Mientras
los habitantes Negros del barrio El Chorrillo lloraban a sus familiares
calcinados por las bombas y misiles, muchos vecinos de los sectores acomodados
salieron a las calles para aplaudir a los soldados gringos y recibirlos como
sus salvadores y libertadores.
Me
pregunto, ¿será ese el cuadro con el que sueñan para Venezuela María Corina
Machado, Lilian Tintori, y otros que se reúnen a menudo con la oligarquía
panameña? ¿Por qué esta gente le pide ayuda a una oligarquía que todavía hoy
considera que el genocidio fue necesario? ¿Por qué la periodista Nitu Pérez
Osuna en una iglesia de ciudad Panamá le dice a los venezolanos autoexiliados
que el fin está cerca, y será cruento? ¿Por qué los cartelitos y las etiquetas
en Twitter que dicen SOS Venezuela?
El
12 de julio de 1987, 29 meses antes de la invasión, el periodista Antonio Caño,
actual director del diario El País de España, el mismo que hoy considera que en
Venezuela no hay democracia, escribió una nota para este diario que tituló así:
«"Que vengan los gringos", grita en la calle la burguesía panameña
opuesta a Noriega». En esta nota el periodista describe los hechos de las
protestas del fin de semana contra Noriega, y además nos dice que le llama la
atención cómo la prensa de oposición engaña a sus lectores. Sobre esto último
nos cuenta Antonio Caño: «Aunque la prensa de oposición incluye titulares como
“Ametrallan al pueblo” y los dirigentes opositores hablan de “brutal
represión”, lo cierto es que los soldados estuvieron bien dirigidos en la línea
de evitar muertes. El principal blanco de los excesos policiales fueron los
automóviles, auténticos símbolos de esta peculiar revuelta».
Días
atrás, el 21 de junio, escribió otra nota titulada «La rebelión de los
Mercedes: Las clases acomodadas de Panamá intentan arrebatar el poder a los
militares». Sorprendido por el tipo de gente que manifestaba, el periodista de
derecha Antonio Caño narró un espectáculo que le chocaba: «En un continente
asolado por la miseria, en una región sacudida por el hambre y la revolución,
resulta chocante ver a encollaradas señoras de la alta sociedad agitando su
pañuelo blanco contra Noriega desde las ventanillas de sus Mercedes o Volvo. Se
sale de cualquier esquema el espectáculo que ofrecen un grupo de rubios y
proteínicos jóvenes quemando coches y levantando barricadas en medio de una
lujosa zona residencial. Y provocan una sonrisa de escepticismo las pecosas con
cintas en la frente y zapatos deportivos norteamericanos que levantan el puño
ante mulatos de uniforme exigiendo "democracia y libertad"».
Estas
mismas personas adineradas que nos describe el periodista, que no sufrieron la
invasión, que a lo sumo escucharon el bombardeo de lejos, y vieron las luces de
bengalas por sus ventanas y balcones, salieron a la calle a celebrar con
caravanas de carros último modelo. Ondearon banderas de Estados Unidos, y
lucían franelas estampadas con la leyenda Just Cause (causa justa), que
simboliza la operación militar en Panamá. Otras personas bajaron al frente de
sus residencias para aplaudir a los soldados gringos cuando pasaban patrullando
las calles después de haber asesinado a tantos compatriotas pobres.
Se
vieron mujeres que cantaban y bailaban frente a los gringos con alegría y
agradecimiento. Les decían Welcome USA. Miembros de la Cruzada Civilista
Nacional que no sufrieron la invasión mostraron carteles que decían Thank You
USA. Hubo papás y mamás que montaban hasta sus hijos sobre los tanques
genocidas para fotografiarse. Aún los pitiyanquis conservan esas fotos en los
álbumes familiares.
Los
periodistas de CNN, ABC y CBS solamente entrevistaban a los panameños que
estaban celebrando. Frente a las cámaras de televisión se expresaban personas
mayoritariamente de piel clara y con ropa de marca, y hablaban un inglés casi
perfecto. Cuentan que la celebración en la calle 50 fue realmente vergonzosa.
Los ricachones saltando y bebiendo champán. Por supuesto, estos canales nunca
transmitieron las imágenes de los muertos del barrio El Chorrillo.
Después
de 25 años, las heridas no han cerrado. Todavía hoy se sufre un trauma
nacional, y muy poco se habla del genocidio que se cometió contra nuestros
hermanos de la Patria
Grande. Las personas que sufrieron la invasión más nunca
llegaron a ser las mismas.
Publicado
en Aporrea.org el 25/03/15
Más
artículos del autor en: