Los maestros de la Casa Blanca

Fernando Saldivia Najul
24 febrero 2007



Por un lado la Casa Blanca le dice todos los días a los estadounidenses que Irán y Venezuela son enemigos de los Estados Unidos. Por otro lado la televisión nos informa que la organización Al Qaeda amenaza nuestras instalaciones petroleras. Y en la noche de ayer, el programa “La Hojilla” de VTV nos pasa un video que presenta al sicario económico John Perkins cuando revela a otras personas cómo la Corporatocracia le roba las riquezas a los pueblos. Pareciera que la Casa Blanca necesita crear enemigos, guardar secretos y decir mentiras para poder extender el mandato corporativo a todos los rincones de la tierra.

Así es amigos. Pero ¿quién los asesora en esa estrategia de dominación? Lo más probable es que sus asesores sean los neoconservadores y las neoconservadoras que trabajan en los centros de investigación “Think tanks”, como la American Enterprise Institute. Y ¿quién adoctrinó a estos infelices? Me temo que hay dos personajes que nos podrían aclarar muchas dudas. El jurista de Estado alemán Carl Schmitt, defensor del régimen nazi, y el ideólogo de origen alemán Leo Strauss, seguidor del anterior y profesor de los “neocons”. Estos señores pudieran ser los verdaderos maestros de la Casa Blanca.

Para que se entienda mejor voy a transcribir en este artículo algunas de sus lecciones. En el libro “El concepto de lo Político” de Carl Schmitt podemos leer e interpretar:

1. «Supongamos que, en el área de lo moral las diferenciaciones últimas están dadas por el bien y el mal, y que en lo estético lo están por la belleza y la fealdad (...)» entonces podríamos deducir que «La diferenciación específicamente política, con la cual se pueden relacionar los actos y las motivaciones políticas, es la diferenciación entre el amigo y el enemigo»

El amigo Schmitt nos quiere decir aquí, que así como en lo moral distinguimos entre el bien y el mal, y en la estética, entre lo bello y lo feo, entonces en lo político hablaríamos de amigos y enemigos, y no de adversarios como la gente cree.

2. «El enemigo político no tiene por qué ser moralmente malo. No tiene por qué ser estéticamente feo. No tiene por qué actuar como un competidor económico. Quizás hasta podría parecer ventajoso hacer negocios con él. Es simplemente el otro, el extraño (...)» y «En un caso extremo se pueden producir conflictos con él que no pueden ser resueltos por una normativa general establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero (...)»

Aquí Schmitt nos dice que el enemigo puede ser bueno, bonito y un excelente socio económico, pero si nos parece extraño tenemos que eliminarlo. Y para eliminarlo no hay Derecho de Guerra ni Consejo de Seguridad que valgan.

3. «Enemigo es solamente el enemigo público, porque lo que se relaciona con un conjunto semejante de personas —y en especial con todo un pueblo— se vuelve público por la misma relación. (...) El famoso pasaje "amad a vuestros enemigos" escrito en Mateo 5,44 y en Lucas 6,27, en realidad dice “diligite inimicos vestros” (...) y no “diligite hostes vestros”; por lo que no se habla allí del enemigo político»

Aquí sí se le volaron los tapones. El enemigo político no es sólo un grupo de personas que atentan contra los intereses de una nación, sino que por lo general, lo son todos los habitantes de un pueblo, incluso los niños, mujeres y ancianos, son considerados enemigos políticos. Ahora podemos entender por qué masacran a todos los civiles en Palestina, el Líbano, e Irak, y por qué se rasparían también a los escuálidos cuando vengan por nosotros.

4. «La guerra proviene de la enemistad puesto que ésta es la negación esencial de un ser diferente» y «(...)debe estar presente como posibilidad real si el concepto de enemigo ha de tener significado»

Nuevamente, pero con otras palabras, nos recuerda que el enemigo político, o el pueblo enemigo, debe ser negado, tanto como adversario político, como en su esencia misma. Por lo tanto, el genocidio o la limpieza étnica deben estar siempre presentes como una posibilidad real.

5. «Si sobre la tierra existiese tan sólo la neutralidad, no sólo sería el fin de la guerra, sería también el fin de la neutralidad misma. De la misma manera, desaparecería cualquier forma de política, incluso una política de evitar el combate, si dejase de existir toda posibilidad real de que se produzcan combates»

Aquí se le fundió el cerebro. O sea, que si por casualidad alcanzamos la paz en el mundo, acabaríamos con las guerras, es verdad, pero esta fraternidad sería una ilusión porque no se podría sostener en el tiempo. No podemos reconciliarnos con el enemigo para recuperar la paz y la fraternidad entre los pueblos, porque esto traería consigo el caos y no sabríamos por donde vienen los tiros. Sólo identificando y ubicando a enemigos podemos alcanzar la neutralidad y la tensa calma. ¡Bravo Schmitt!

6. La «(...) necesidad de lograr la pacificación dentro del Estado conduce, en situaciones críticas, a que el Estado como unidad política en si, mientras exista como tal, pueda también determinar al "enemigo interno"»

En este párrafo Schmitt sugiere que se recurra al mismo artilugio para alcanzar la “paz” del Estado, pero esta vez identificando a un enemigo dentro de sus fronteras y no fuera de ellas. Sin embargo, y muy a nuestro pesar, la Casa Blanca siempre lo encuentra allende los mares.

7. «Lo político no desaparecerá de este mundo por el hecho de que algún pueblo ya no tenga la fortaleza o la voluntad de mantenerse dentro del ámbito político. Lo que puede desaparecer es tan sólo un pueblo débil»

Sin comentarios.

Bueno, ya el jurista Carl Schmitt nos dictó una cátedra sobre derecho internacional. Ahora cambiemos de aula. Nos espera impaciente el ideólogo de los neoconservadores, el maestro Leo Strauss.

En una entrevista para “openDemocracy” que le hizo Danny Postel a la profesora de teoría política de la Universidad de Regina, Shadia Drury, podemos hacernos una idea de quién era Leo Strauss. [1] La profesora Drury es una de las personas que más ha estudiado las ideas de este polémico personaje. Ha escrito, entre otros libros, “Las ideas políticas de Leo Strauss” en 1988, y “Leo Strauss y la derecha norteamericana” en 1997.

Pues bien. Leo Strauss es ateo y cree que en ausencia de un Dios, la moral no tiene razón de ser. Se trata de beneficiar a otros y beneficiarse uno mismo. No hay razón objetiva para ello, sólo recompensas y castigos en esta vida.

Creía que las masas más humildes no eran aptas ni para recibir la verdad, ni para ser libres. Negaba que tuviesen derecho natural alguno a la libertad. Para él, los seres humanos, ni nacen libres ni son iguales. La condición natural humana, sostenía, no es la libertad, sino la subordinación. La justicia no es más que el interés del más fuerte, y que aquellos que están en el poder hacen las reglas según sus intereses, y le ponen el título de justicia. Piensa, además, que la superioridad de los filósofos gobernantes es una superioridad intelectual y no una superioridad moral.

Para alcanzar la justicia, Strauss insistía acerca de la necesidad del secreto y de la necesidad de las mentiras en la política. Argumenta que los sabios deben ocultar sus opiniones por dos razones: para no lastimar los sentimientos de las personas y para proteger a la élite de posibles represalias. Decía que el pueblo no puede ser feliz si se entera que sólo existe un derecho natural, que es el derecho de los superiores a gobernar a los inferiores. Por tales razones, se hace necesario mentir constantemente, y además mantener las enseñanzas tiránicas en secreto. De aquí los “textos straussianos” y las “mentiras nobles”. En criollo, se trata sencillamente de secretos, mentiras, desinformación, y ocultamiento de la verdad.

Sun Tzu, en el siglo V antes de Cristo, enseñaba que el arte de la guerra se basa en el engaño. Hoy, corporaciones como Halliburton, Bechtel y Brown and Root, con la cooperación de los sicarios económicos, chacales y los militares, sostienen una guerra sin fin, atemorizando a la población estadounidense con mentiras, y bombardeando al resto del mundo con mentiras y bombas.

Fox News, CNN y Globovisión, tienen la palabra.


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[1] http://www.opendemocracy.net/debates/article-3-77-1542.jsp

Publicado en Aporrea.org el 24/02/07
http://www.aporrea.org/tiburon/a31107.html

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