Nicolás y Castro Soteldo, ¿no será que el legado de Chávez lo están “adaptando a la realidad” de la Nueva Burguesía?

Fernando Saldivia Najul
17/02/2020


Nicolás, la semana pasada en una rueda de prensa internacional le dijiste al periodista de Reuters que el chavismo "es un socialismo que tiene una dinámica de adaptación de su pensamiento a la realidad". No sé por qué, Nicolás, pero inmediatamente recordé que el ministro para la Agricultura Productiva y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, dijo algo parecido en su programa Cultivando Patria Nº 108. Esto dijo: “(…) Plan de la Patria que el compañero Chávez escribió y que el camarada Nicolás ha ido adecuando a esta nueva realidad”.

Este argumento se ha convertido en un lugar común, sobre todo en boca de los neoliberales: “Tenemos que adaptarnos a la globalización si no queremos morir”. ¿Les suena? Y algunas veces se lo escuchamos decir a algún estudioso del marxismo, como Rodolfo Sanz, por ejemplo, quien en octubre de 2018, en un artículo titulado ¿Burguesía revolucionaria?, que difundió por su cuenta en twitter,  concluyó: 

“O nos aliamos, y hasta nos integramos para producir en bloque [con la burguesía] e ir a los mercados mundiales a competir, o sencillamente pereceremos de forma irremediable”.


Nicolás, Wilmar, no sé si me equivoco, pero a mi me parece que no solo deberíamos hablar de adaptar el legado de Chávez a la realidad, sino también de adaptar la realidad al legado de Chávez y a las necesidades del pueblo trabajador. Se trata de un proceso dinámico dialéctico entre la teoría y la praxis revolucionaria, pero siempre interpretando la realidad desde una perspectiva de clase, que es la misma clase a la que perteneció el Comandante hasta el final de sus días: la clase trabajadora.

Es decir, los revolucionarios tenemos el compromiso de transformar la realidad para satisfacer las necesidades de la clase trabajadora. Y recuerdo que cuando Chávez los presentó a ustedes la primera vez por televisión, nos dijo que Nicolás era un obrero del volante, y Wilmar era un soldado, un piloto de aviones Bronco y Mirage.

Ahora bien. El pueblo está muy arrecho porque vio surgir una nueva burguesía durante el proceso revolucionario. La nueva burguesía que Mario Silva denunciaba a través de sus artículos en Aporrea, por allá por el año 2003. Incluso Castro Soteldo asomó la posibilidad de construir una burguesía que llamó “revolucionaria”, en alianza con el Estado y la clase trabajadora. Esto último nos puso en alerta máxima porque lo interpretamos como una forma descarada de legitimar a la nueva burguesía con una tripartita, y de esta manera botar a la basura el legado de Chávez, y dar al traste con el proceso revolucionario.

Entonces, Nicolás, lo que uno viene percibiendo es que cuando tú dices que el chavismo es un socialismo que tiene una dinámica de adaptación de su pensamiento a la realidad, así, a secas, es porque estás interiorizando las razones del patrón del Estado burgués y no las razones de un obrero.

¿Por qué te lo digo? Bueno, porque vemos que el nacimiento de una nueva burguesía ya es una realidad concreta, y en lugar de combatirla, de trasformar esa realidad, lo que hiciste fue falsificar el plan de la patria original de Chávez, —el que presentó en diciembre de 2012 ante el CNE—, para adaptarlo a las necesidades de la nueva burguesía, y no a las necesidades de la clase trabajadora que votó por esa propuesta en las elecciones presidenciales de 2012. Incluso tú y Castro Soteldo votaron por esa propuesta. ¿Será que tú ya no eres obrero y Castro Soteldo ya no es soldado?

Aquí el peo es de clase. Por más que se esfuercen por ocultar la lucha de clases, no van a poder evitar que los trabajadores de la educación, la salud, o los petroleros, salgan a la calle a defenderse frente a un gobierno que beneficia más a la burguesía que a la clase trabajadora. Un pueblo que está mamando, y se pregunta por qué Nicolás no adapta el salario mínimo a la realidad de la cesta básica. ¿No será  que nos están aplicando la precarización laboral como una forma de despido indirecto a los empleados públicos para reducir el Estado?

Nicolás, Wilmar, el gobierno tampoco va a poder evitar que los campesinos defiendan las tierras que les entregó Chávez. Recuerdo que el Comandante Chávez sí denunciaba a los latifundistas en el marco de la lucha de clases. Incluso estaba en conocimiento de alcaldes y gobernadores bolivarianos que se echaban palos con los terratenientes. En una oportunidad que estaba en un pueblo dando un discurso sobre el latifundio, mandó a llamar al alcalde, y no aparecía por ningún lado. Resulta que “estaba echándose palos en una finca de un terrateniente, habían matado una vaca gorda, o dos vacas, con arpa, cuatro y maracas, tremendo baile y whisky del bueno. Hasta ternera, unas terneras”, dijo Chávez.

Y no pocas veces reflexionaba en su intimidad sobre los dirigentes tibios del PSUV que lo rodeaban. Después de descubrir al alcalde echándose palos con el latifundista, le invadió la tristeza: “(…) triste yo, triste y pobre yo, que ando por ahí como un Quijote a veces, lanzando un mensaje, con una espada, leyendo y estudiando, tratando de hacerlo mejor cada día. Triste yo, que este hombre dice ser alcalde bolivariano y chavista y ande echándose palos con el más grande terrateniente. Triste yo. ¡Qué revolución voy a hacer yo así! ¡Así no se puede hacer una revolución! Sin alcaldes revolucionarios, sin gobernadores revolucionarios no se puede hacer una revolución”.

Chávez también sufrió los embates de la guerra económica. La CIA, la oligarquía y la Pdvsa meritocrática sabotearon la Industria. Pero no se rendía. Y la levantó reconociéndole más poder a la clase trabajadora petrolera. Él decía que mientras más ataquen a la revolución, vamos a responder con más democracia, más revolución, para poder defendernos del enemigo.

Después de esa experiencia dijo que no podíamos volver a esperar el látigo de la contrarrevolución internacional para avanzar. Y que a partir de ese momento éramos nosotros quienes teníamos que agarrar el “látigo de la revolución” y sacudirnos nosotros mismos a diario. Lamentablemente, no lo escuchamos, y nuestro enemigo nuevamente destruyó Pdvsa, con la diferencia que ya no está Chávez con nosotros.

Termino este artículo de opinión con una perla. Desde los primeros años de la revolución Chávez temía que los tibios que lo rodeaban no lo acompañaran a dar el gran salto. El 23 de octubre de 2004, durante un acto de entrega de títulos de tierras urbanas en la redoma de Petare, el Comandante dijo que prefería morir antes de que la revolución se convirtiera en un proceso reformista. Sus palabras, más que elocuentes, son realmente conmovedoras:

“Esta revolución si no diera un gran salto adelante correría el terrible riesgo de convertirse en un proceso reformista y evolutivo, y perdería su carácter revolucionario. Yo prefería morir, yo preferiría morir”. 


Publicado en Aporrea.org el 17/02/2020  

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