Fernando Saldivia Najul
16 octubre 2009
Leo artículos en Aporrea llenos de asombros, indignaciones y lamentaciones porque el Premio Nobel de la Paz se lo dieron a Obama, un empleado de los capitalistas imperiales, y por tanto, cómplice de las políticas guerreristas necesarias del capitalismo. Espero que la mayoría de los asombrados hayan expresado su asombro a modo de efecto mediático, para crear algunas dudas en sectores de la clase trabajadora profesional que todavía defienden a los señores del capital.
El millonario Alfred Nobel, padre de la industria bélica moderna, y luego ardiente pacifista, instituyó este premio para aliviar su complejo de culpa por haber inventado la dinamita. En su testamento dejó dicho que el premio se lo dieran “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”. Pero como pueden ver, aquí no se habla de disolver la estructura del capital. Aquí simplemente está planteado un capitalismo humanitario.
El capitalismo humanitario sin ejércitos no existe ni puede existir, porque el sistema del capital tiene una estructura jerárquica/conflictiva, y de paso, es incontrolable. El sistema del Capital opera necesariamente con violencia directa, y peor aún, con violencia estructural. Los capitalistas están sujetos a la estructura de mando del sistema. De modo que la moral burguesa está subordinada a la regulación del sistema del capital. Esto por supuesto que no quiere decir que los capitalistas no sean los causantes de la violencia. No. Esto quiere decir que la causa última del hambre es el sistema, y son los crueles señores del capital, ambiciosos de poder, quienes se niegan a cambiarlo para dar paso a la nueva sociedad. Son cómplices del sistema.
Las naciones no pueden vivir en fraternidad porque el sistema es jerárquico entre naciones, y las transnacionales de los países metropolitanos necesitan pasar por encima de la soberanía de los estados nacionales periféricos. La tasa diferencial de explotación entre naciones del centro capitalista y los países periféricos es una muestra de la necesidad que tiene el sistema de mantener la jerarquía entre naciones. Poco o nada hacemos con que cesen las guerras convencionales entre potencias imperialistas, por temor a la bomba nuclear, si esas contradicciones entre capitalistas las desplazan a través de guerras de contrainsurgencia hacia los trabajadores más oprimidos de los países periféricos que no tienen bomba nuclear.
De tal manera que, “paz” para los burgueses quiere decir sumisión de los trabajadores y de los excluidos sin alterar el sistema, y “paz” para los trabajadores quiere decir luchar para disolver la estructura jerárquica del sistema, y poder construir unidades de “productores asociados libres”, sin jerarquía vertical ni horizontal, y que nos permita, en términos de István Mészáros, controlar el metabolismo social con una coordinación horizontal, a nivel nacional e internacional, y lo que es más importante, que podamos tomar decisiones y ser dueños de nuestras vidas.
Allá ellos con su moral, que nosotros tenemos la nuestra. No puede haber un premio que sirva por igual a dos morales antagónicas. La moral de la dominación no puede jamás otorgar un premio a la moral de la liberación. No les hagamos el juego a los burgueses. Si ellos tienen su Premio Nobel de la Paz, nosotros podemos fundar el “Premio Che Guevara contra la Violencia Estructural”.
El Che junto a sus compañeros lucharon en legítima defensa de los trabajadores y trabajadoras del mundo en contra de la violencia estructural. Para nosotros no puede haber paz cuando se mueren 16.000 niñas y niños de hambre cada día. No somos idiotas.
Con el discursito del “terrorismo” tienen confundidos a sectores de la clase trabajadora profesional. La televisión los pone a pensar en el “terrorismo” para que se olviden del hambre que causa el capitalismo con la violencia estructural. La televisión los pone a pensar en el “pequeño terrorismo privado” para que se olviden del “gran terrorismo de Estado”, cuando sabemos que el terrorismo privado es una tímida respuesta desesperada contra el poderoso terrorismo de Estado.
Camaradas, solo habrá paz cuando se acabe la violencia directa, terrorista, y la violencia estructural, el hambre, y esto solo será posible cuando se achaten los estados nacionales, y los trabajadores asuman el control de las unidades de producción y de la economía mundial.
16 octubre 2009
Leo artículos en Aporrea llenos de asombros, indignaciones y lamentaciones porque el Premio Nobel de la Paz se lo dieron a Obama, un empleado de los capitalistas imperiales, y por tanto, cómplice de las políticas guerreristas necesarias del capitalismo. Espero que la mayoría de los asombrados hayan expresado su asombro a modo de efecto mediático, para crear algunas dudas en sectores de la clase trabajadora profesional que todavía defienden a los señores del capital.
El millonario Alfred Nobel, padre de la industria bélica moderna, y luego ardiente pacifista, instituyó este premio para aliviar su complejo de culpa por haber inventado la dinamita. En su testamento dejó dicho que el premio se lo dieran “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”. Pero como pueden ver, aquí no se habla de disolver la estructura del capital. Aquí simplemente está planteado un capitalismo humanitario.
El capitalismo humanitario sin ejércitos no existe ni puede existir, porque el sistema del capital tiene una estructura jerárquica/conflictiva, y de paso, es incontrolable. El sistema del Capital opera necesariamente con violencia directa, y peor aún, con violencia estructural. Los capitalistas están sujetos a la estructura de mando del sistema. De modo que la moral burguesa está subordinada a la regulación del sistema del capital. Esto por supuesto que no quiere decir que los capitalistas no sean los causantes de la violencia. No. Esto quiere decir que la causa última del hambre es el sistema, y son los crueles señores del capital, ambiciosos de poder, quienes se niegan a cambiarlo para dar paso a la nueva sociedad. Son cómplices del sistema.
Las naciones no pueden vivir en fraternidad porque el sistema es jerárquico entre naciones, y las transnacionales de los países metropolitanos necesitan pasar por encima de la soberanía de los estados nacionales periféricos. La tasa diferencial de explotación entre naciones del centro capitalista y los países periféricos es una muestra de la necesidad que tiene el sistema de mantener la jerarquía entre naciones. Poco o nada hacemos con que cesen las guerras convencionales entre potencias imperialistas, por temor a la bomba nuclear, si esas contradicciones entre capitalistas las desplazan a través de guerras de contrainsurgencia hacia los trabajadores más oprimidos de los países periféricos que no tienen bomba nuclear.
De tal manera que, “paz” para los burgueses quiere decir sumisión de los trabajadores y de los excluidos sin alterar el sistema, y “paz” para los trabajadores quiere decir luchar para disolver la estructura jerárquica del sistema, y poder construir unidades de “productores asociados libres”, sin jerarquía vertical ni horizontal, y que nos permita, en términos de István Mészáros, controlar el metabolismo social con una coordinación horizontal, a nivel nacional e internacional, y lo que es más importante, que podamos tomar decisiones y ser dueños de nuestras vidas.
Allá ellos con su moral, que nosotros tenemos la nuestra. No puede haber un premio que sirva por igual a dos morales antagónicas. La moral de la dominación no puede jamás otorgar un premio a la moral de la liberación. No les hagamos el juego a los burgueses. Si ellos tienen su Premio Nobel de la Paz, nosotros podemos fundar el “Premio Che Guevara contra la Violencia Estructural”.
El Che junto a sus compañeros lucharon en legítima defensa de los trabajadores y trabajadoras del mundo en contra de la violencia estructural. Para nosotros no puede haber paz cuando se mueren 16.000 niñas y niños de hambre cada día. No somos idiotas.
Con el discursito del “terrorismo” tienen confundidos a sectores de la clase trabajadora profesional. La televisión los pone a pensar en el “terrorismo” para que se olviden del hambre que causa el capitalismo con la violencia estructural. La televisión los pone a pensar en el “pequeño terrorismo privado” para que se olviden del “gran terrorismo de Estado”, cuando sabemos que el terrorismo privado es una tímida respuesta desesperada contra el poderoso terrorismo de Estado.
Camaradas, solo habrá paz cuando se acabe la violencia directa, terrorista, y la violencia estructural, el hambre, y esto solo será posible cuando se achaten los estados nacionales, y los trabajadores asuman el control de las unidades de producción y de la economía mundial.
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Publicado en Aporrea.org el 16/10/09
http://www.aporrea.org/ddhh/a88469.html
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