Ramón Muchacho y la clase media secuestrada y asfixiada

Fernando Saldivia Najul
25/02/14


El día de ayer 24 de febrero hice un recorrido por el municipio Chacao para constatar el caos en que la oligarquía está sometiendo a la gente de la llamada clase media. Partí desde Chacaíto y me fui caminando por la avenida Francisco de Miranda. Arribé al cruce con la calle Guaicaipuro donde presencié la primera guarimba.

En esa esquina había una multitud presenciando una discusión entre descendientes de inmigrantes europeos y motorizados de las zonas populares que están obligados a trabajar para llevar el sustento a sus casas. Ya esto lo había visto por televisión. Esta vez, entre los argumentos que esgrimían los guarimberos, era que no conseguían harina PAN.

Continué mi recorrido por la avenida Francisco de Miranda hasta el cruce con la calle Elice/San Ignacio. Otra barricada más. Luego, subí por la calle San Ignacio y pude observar barricadas en todas las esquinas a todo lo largo de la calle. Todas las rejillas del alcantarillado levantadas, colchones viejos, bolsas de basura, cuerdas de nylon trenzado amarillas atravesando las calles, amarradas a los postes a 1,20 metros de altura, y cuanto cachivache tenían las vecinas en sus casas.

Escuché de todo. Desde abuelas inmigrantes de origen europeo molestas porque vieron por televisión a Nicolás Maduro muy feliz bailando el día anterior en un acto por la paz, hasta personas preocupadas porque veían jóvenes muy agresivos ajenos al vecindario. 

En una de las esquinas cruzo a la derecha y me encuentro con el Seguro Social. Conversé con el personal y me cuentan que a ese centro asistencial han llegado muchos vecinos asfixiados pidiendo auxilio, principalmente niños y adultos mayores. El alcalde de derecha Ramón Muchacho lo sabe. De hecho, el 19 de febrero escribió un mensaje muy respetuoso en su cuenta @ramonmuchacho: «Me debo a TODOS mis vecinos, a los que queman caucho y a los que se asfixian. A todos los respeto. Nos vemos mañana en Asamblea». 

También hemos escuchado a Ramón Muchacho argumentar que Polichacao no puede actuar para disolver las guarimbas porque no es su competencia. Sin embargo, el 22 de febrero escribió en su cuenta @ramonmuchacho: «Tenemos a un menor detenido x lanzar molotov a funcionarios de @policiachacao. No tenemos + detenidos». ¿Y entonces Ramón Muchacho, en qué quedamos? ¿Podemos defender a la policía de los guarimberos, pero no podemos evitar que secuestren a los vecinos?

 Luego me despido del centro asistencial y regreso a la calle San Ignacio. Por supuesto, en esta calle que llega hasta el Centro Comercial San Ignacio, encontré a casi todos los comercios de la calle con sus santamarías abajo. En ese momento pasaba un fotógrafo, sin identificación visible, tomándole foto a todas las barricadas, sin excepción, hasta se arrojaba al suelo para captar las imágenes al mejor estilo hollywoodense. No me extraña que estas fotos las manipulen y terminen dando la vuelta al mundo como parte de la campaña mediática en contra de Venezuela. 

La última barricada la vi a 100 metros de distancia del elitesco Centro Comercial San Ignacio. Me llamó la atención que no hubiera guarimbas en los alrededores de este centro comercial, y le pregunté a unos empleados del lugar. Me dijeron que si, que una de esas noches unos jóvenes colocaron una barricada en la calle lateral del centro comercial, pero a los pocos minutos llegó Polichacao y los puso a correr despavoridos. Luego los mismos policías removieron los escombros. Y me pregunté: ¿Será que hay comerciantes de primera y comerciantes de segunda?

Para finalizar mi recorrido y regresar a Chacaíto lo hago a través de la urbanización Caracas Country Club. Para mi asombro y sorpresa no veo guarimberos por ningún lado. Qué cosas, me dije, ya no estoy expuesto al peligro. Con un poco de tristeza dejé atrás a la clase media secuestrada y asfixiada. Ahora caminaba por el Edén, a salvo, disfrutando de un paisaje arbolado, con campos de golf, y protegido por patrullas de Polichacao que circulan con frecuencia por las calles del Country Club. Lo único malo, por cierto, es que tenía que caminar por la calzada porque la oligarquía nunca ha querido construir aceras para evitar que el pueblo trabajador camine cerca de sus palacios.

Bueno, después de este recorrido por el sitiado casco de Chacao y la privilegiada urbanización Caracas Country Club, no me queda duda de que las guarimbas son solo para los pendejos, es decir, para los vecinos y comerciantes de la clase media. ¿Verdad Ramón Muchacho?


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Publicado en Aporrea.org el 27/02/14

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Roberto Hernández Montoya arremete contra los pícaros

Fernando Saldivia Najul
04 febrero 2014


El camarada Roberto Hernández Montoya escribió un artículo el sábado titulado Aquí entre pícaros [1], en donde hace una dura crítica a los burgueses y trabajadores pícaros en Venezuela y España, y al mismo tiempo pregunta si será que la mala maña nos viene de España. También nos dice que en Venezuela tenemos más picaresca que capitalismo propiamente dicho, y que el capitalismo tiene pocas ventajas, pero aquí solo tenemos las desventajas.

Bueno, ciertamente creo que así como hemos heredado la ideología del racismo del régimen colonial español, también hemos heredado algunos valores de un feudalismo español en decadencia para el momento que nos invadieron, y del cual no nos hemos librado del todo. España era un país en transición del feudalismo al capitalismo. Pero no un capitalismo industrial moderno, sino esencialmente comercial.

La decadencia del feudalismo español y el saqueo de nuestras riquezas destruyeron la agricultura en España, y muchos campesinos, incluso aristócratas, empezaron a vivir sin trabajar. Los de arriba marcaban la pauta. La podredumbre comenzaba desde arriba. La sociedad estaba en proceso de desintegración. En ese mundo de desocupados, mendigos, ladrones, estafadores, vagabundos y borrachos, lo que sobresale es la picardía y con ella nace la novela picaresca.

De modo que a estas tierras llegó mucho pícaro español para vivir sin trabajar. Si tomamos en cuenta que los valores en la superestructura son una expresión de la base económica, nuestra picardía, en parte heredada de los invasores, puede fácilmente reproducirse, adaptarse y sostenerse por la nueva realidad de nuestro capitalismo rentístico, ya colapsado, que capta todavía una importante riqueza no trabajada por nosotros: la renta petrolera.

Por tanto, y lamentablemente, tenemos que convivir con una banda de burgueses parásitos de la renta petrolera, funcionarios corruptos, y asalariados raspa-cupos que defienden con picardía una economía rentística petrolera, ya colapsada hace más de tres décadas, y que ahora se resisten a la transformación de nuestra economía en un modelo productivo socialista a favor de los intereses de la Patria antiimperialista. Modelo productivo que por supuesto es contrario a los intereses de la burguesía parásita y a los intereses de los Estados Unidos. De modo que nos toca librar muchas batallas, con muchas bajas, para alcanzarlo.

Es verdad, como dice Hernández Montoya, aquí tenemos más picaresca que capitalismo propiamente dicho. Todo un espectáculo. La propia piñata. Pero hay algo que debe quedar claro, y es que los países del centro tampoco están libres de pícaros, se ven casos, como por ejemplo los especuladores financieros, y un largo etcétera.

No podemos entregarle más nuestras divisas a la burguesía. Si existe eso que llaman burguesía nacionalista, entonces que inviertan su capital. La renta tiene que emplearse, siguiendo el Plan de la Patria, para promover en el período 2013-2019 la constitución de 30.000 empresas de propiedad social directa. Tamaña tarea de la que poco se habla.

Pero lo que más me preocupa es la picardía de miembros de la clase asalariada. Los raspa-cupos y funcionarios corruptos que no visualizan al enemigo de clase. Pan para hoy y hambre para mañana. Son pícaros sin conciencia de clase. Con esta gran masa de pícaros asalariados no puede haber lucha porque están distraídos dándole palo a la piñata, donde por cierto, la mayoría de las veces terminan apaleados por los burgueses que son más pícaros que ellos.


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Publicado en Aporrea.org el 02/02/14

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Román Chalbaud habla sobre el racismo en RCTV

Fernando Saldivia Najul
02 febrero 2014


Siempre he sostenido que el racismo y el endorracismo son unos de los factores que más nos dividen como clase para enfrentar a la burguesía y al imperialismo. Estamos obligados a tratar el tema racial todos los días para recordárselo a aquellas personas que todavía lo tienen como un tema tabú, y a otras que le dan poca importancia al tema.

El miércoles en la noche pude ver la entrevista que le hizo Shirley Varnagy a Román Chalbaud por Globovisión.[1] Luego, abrí la página laiguana.tv, la cual hizo una buena reseña de la entrevista, pero sin embargo, pude ver que no destacaron las palabras de Chalbaud cuando habla sobre el racismo en Rctv.

Bueno, les cuento. A la entrevistadora se le ocurrió preguntarle a Chalbaud por qué se alegraba del cierre [no renovación de la concesión] de Rctv. Y este respondió entre otras cosas, porque sufrió muchísimos momentos terribles, y también porque hubo muchísimos detalles muy desagradables. Uno de esos «detalles», como le llama el cineasta, es nada más y nada menos que el racismo. Y nos echa un cuento que creo que Shirley Varnagy, defensora de Rctv, no esperaba.

Nos cuenta Román Chalbaud: «Un día me llamaron que iba a hacer Pobre Negro. Una época muy buena donde hubo televisión cultural. Y Juan Lamata había hecho Doña Bárbara, verdad, ya se había hecho otra novela, y a mí me tocaba Pobre Negro. Entonces yo le dije, ahí está Pedro Laya, que acaba de triunfar en Cuando quiero llorar no lloro, y entonces maravilloso, porque él puede hacer el Negro, contrátenlo, porque él es perfecto. Y no lo contrataban, y no lo contrataban. Y qué pasa, cómo vas a hacer Pobre Negro, él es el perfecto, y está teniendo mucho éxito en la taquilla con Cuando quiero llorar no lloro. Y entonces me dijo, un momento, voy a cerrar la puerta, te voy a decir la verdad. Y el ejecutivo me dijo: mi esposa y mi sirvienta me dijeron que no les gustaría que un Negro besara a la primera actriz. Y yo le dije, pues no hagamos Pobre Negro. Sí, [responde el ejecutivo] le ponemos una «cuchita» de Negrito Happy, y pintamos de negro a un moreno». Qué bolas.

Finalmente, según pude investigar por la red, la novela Pobre Negro de Rctv, en 1975, fue adaptada por Salvador Garmendia y se realizó con la dirección de Ibrahim Guerra. Y según me cuentan los que vieron esa serie, el actor Miguel Ángel Landa se tuvo que pintar la cara con betún.

Hay más «detalles» racistas en la extinta Rctv que pueden leer en el trabajo de grado de Franklin Virgüez, titulado «En la televisión a colores… el negro no se ve», y que resumo en un artículo publicado en aporrea.org. [2]


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[2] Gledys Ibarra, mira lo que me contó Franklin Virgüez


Publicado en Aporrea.org el 02/02/14

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