João quiere que el socialismo nos iguale hacia arriba

Fernando Saldivia Najul
24 marzo 2007


Esta mañana me fui para el abasto para ver si habían llegado las sardinas. Perdí el viaje. Pero no del todo. Aproveché para intercambiar algunas ideas con mi amigo João, el encargado del negocio:

—¿Qué más João? ¿cómo están las ventas?

—"Mal. Todavia a mercancia não chega" —me habla a su manera—. "Por isso as vendas diminuem".

—João, yo pienso que la mercancía no te llega porque los empresarios la acaparan para poner a la gente a pasar hambre, y luego culpar al gobierno por la escasez. ¿No crees?

—"Acho que não" —me responde— "O governo comunista de Chávez nivela por baixo: toda a gente pobre".

—¡Ah si! —exclamo— ¿Tú lo que me quieres decir es que el comunismo nos iguala hacia abajo, y todos vamos a pasar trabajo?

—"Sim" —confirma—. "Para o governo é mais fácil nivelar por baixo que nivelar por cima" —y agrega— "Em Europa, os governos sim nivelaram à gente por cima. Como deve ser. Sim amigo. Porque no mundo, quem nada tem, nada é. Você comprende?"

—Si si João, claro que te entiendo. ¿No te veo pegado a Globovisión cada vez que vengo a comprar? —y me despido— Bájale el volumen al televisor. Avísame cuando te lleguen las sardinas.

Camaradas, no insistí. Lo tuve que dejar de ese tamaño. De otro modo, hubiese tenido que vencer, al mismo tiempo, a la televisión y al idioma del encargado del abasto. Al final no me creyó lo del acaparamiento. Además pude percibir que João tiene la idea de que en Europa a los pobres los igualaron hacia arriba. O sea, que los trabajadores recibieron suficientes beneficios socioeconómicos, y Europa se convirtió en una sociedad con una amplia clase media. Por lo anterior, es que João no ve razón alguna para que eso mismo no se haga aquí en Venezuela.

Eso fue lo que le entendí al encargado del abasto. Y no me sorprendió. Ya había escuchado a profesionales argumentar eso mismo. Pero nunca pensé que esa matriz de opinión estuviese tan generalizada entre distintos sectores de la sociedad.

Es verdad. A finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, debido a las continuas demandas de los trabajadores, los empresarios de Europa y los Estados Unidos se vieron en la necesidad de hacer algunas concesiones con sus connacionales. Sin embargo, eso sólo pudo hacerse en perjuicio de nosotros, los que vivimos en estas tierras que los poderosos errónea y despectivamente llaman Tercer Mundo. Si en Europa y los Estado Unidos se mejoró la calidad de vida de los trabajadores, fue a cambio del hambre del ochenta por ciento de seres humanos que habitan en el planeta.

El sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein, durante la conferencia que dictó en la "Kyoto Seika University" en diciembre de 1993, nos lo recuerda:

«La agenda liberal funcionaba muy bien frente a ellas [clases trabajadoras]. Se les ofreció el sufragio universal (masculino), el comienzo del Estado de bienestar y la identidad nacional. ¿Pero una identidad nacional contra quién? Contra sus vecinos, ciertamente; pero de forma más importante y profunda, contra el mundo no-blanco. Imperialismo y racismo forman parte del paquete ofrecido por los liberales a las clases trabajadoras de Europa y América del Norte, bajo el envoltorio del "reformismo racional"» [1].

Así es camaradas. Ahora los trabajadores tenían derecho al voto. Podían participar. Tenían sentido de pertenencia a una supuesta sociedad, y esto los contentaba un poco. Además aumentaron progresivamente sus ingresos con las políticas del bienestar estatal. De modo que, al sacarlos de la indigencia, estaban agradecidos de los burgueses, y en consecuencia, la mayoría aceptaba quedar más pobres que ellos. Pero aquí nos jodimos nosotros. Esto fue fríamente calculado. Los costos de transferirle una parte de la plusvalía a sus trabajadores nos lo cargaron a nosotros vía corporaciones transnacionales, y con bastante sangre, sudor y lágrimas. Y para rematar, crearon la coñoemadre identidad nacional y transnacional blanco-europea. De esta forma, la lucha de clases en Europa y Estados Unidos fue sustituida por la lucha racial nacional y global. Por esta razón es que los escuálidos de origen europeo no abrazan nuestra causa libertaria. Como lo hemos visto, ellos están sumisos al servicio de los intereses del imperio racial.

A todo esto le llaman democracia. El más grande de todos los mojones del capitalismo. El liberalismo es una doctrina aristocrática que predica el poder de "los mejores". Los mejores ahora no son nobles, sino meritócratas. O sea, los más "inteligentes, estudiosos y trabajadores". Pero no al servicio de la comunidad, sino al de su goce individual. De modo que los liberales buscan el poder aristocrático de los "mejores" para evitar el poder popular, el poder de todos, del pueblo, lo que nosotros llamamos Democracia, con D mayúscula, igual a Comunismo, con C mayúscula.

Camaradas, me desahogo con ustedes, porque no es fácil para mí entenderme con João. Ustedes saben, lo del idioma. Cuando vuelva al abasto, prometo que haré un mayor esfuerzo por entenderme con él. Sé que es por el bien de la revolución. Además tengo que llevarle copia de la noticia de la Asamblea Nacional, con relación a la dictadura que nos impuso el imperio en el 2002. Esta noticia [2] está relacionada con las intenciones que tenía el Gobierno de facto de imponer nuevamente los créditos indexados a la clase media después de que el TSJ había prohibido su aplicación dentro del sistema de ahorro habitacional [3]. ¡Ah! Es que no les he contado. João estaba pagando un apartamento que compró en la Campiña. Y se la pasaba llorando con el cuento de las tasas de interés. Y no me cree que la revolución salvó a la clase media de su desaparición total.

Pero João no está contento. Él quiere que el socialismo nos iguale hacia arriba, hacia la clase media alta. Y luego, lo más pronto posible, que nos iguale a todos hacia la alta. Él dice que esa es la Suprema Felicidad Social de la que tanto habla el Presidente. Y que eso se logra facilito con una estrategia desarrollista, y no con una economía social.

Me imagino que todo eso lo aprende João viendo Globovisión. Lo que no entiendo es cómo entiende mejor el español de los lumpenperiodistas —porque carecen de conciencia de clase—, que el mio. A veces pienso que se hace el loco.

Con relación a la economía de desarrollo necesaria de la que me habla el encargado del abasto, voy a dejar al Che que hable. En una carta que le envía a un compañero, nos alerta:

«El subdesarrollo por un lado y la habitual fuga de capitales hacia países "civilizados" por otro, hacen imposible un cambio rápido y sin sacrificios. Resta un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica, y la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande. Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, &c.), se puede llegar a un callejón sin salida» [4].

El Presidente de Bolivia Evo Morales Ayma, en su discurso ante las Naciones Unidas, lo expresó con otras palabras:

«Los pueblos indígenas solo queremos vivir bien, no mejor. Vivir mejor es explotar, es saquear, es robar, pero vivir bien es vivir en hermandad, y por eso es importantísimo, presidenta, que las Naciones Unidas urgentemente después del decenio de los pueblos indígenas se apruebe esta declaración de los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a los recursos naturales, el derecho a cuidar el medio ambiente» [5].

João, si llegas a leer este artículo —debería llevárselo— podrás entender que el progreso sin límites, aquel que los liberales dicen que es inevitable, sólo ha beneficiado materialmente a unos pocos, en detrimento de la mayoría, y de la misma naturaleza. Por esta razón, no podemos igualarnos hacia arriba a tu antojo. Estamos obligados a igualarnos a un nivel que es definido por la naturaleza en beneficio de la supervivencia de la especie humana. Y si ese nivel está por debajo del tuyo, acéptalo, por el bien de tus nietos.

Ahora sí me despido. ¡Ah! João, y no se te olvides de avisarme el día en que los desarrollistas sin alma nos perdonen la vida, y coloquen de nuevo la sardina en lata sobre los anaqueles.


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[1] Conferencia publicada por New Left Review, nº 204: "The Agonies of Liberalism: What hope progress?"
http://newleftreview.org/?page=article&view=1751 http://www.inisoc.org/Waller.htm (versión en español)
[2]
http://www.asambleanacional.gov.ve/ns2/noticia.asp?numn=1722
[3] http://www.tsj.gov.ve/informacion/notasprensa/2002/230102-3.htm
[4] Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba.
[5]
http://www.embajadadebolivia.com.ar/evo_onu.htm


Publicado en Aporrea.org el 24/03/07
http://www.aporrea.org/ideologia/a32382.html

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Me quemé las pestañas para ascender en la pirámide social

Fernando Saldivia Najul
14 marzo 2007



El mes pasado el Ministro Adán Chávez dijo que el sistema capitalista sembró en este país y en toda Latinoamérica los antivalores, el individualismo y el egoísmo, como una manera de ascenso social. Se trata, según el Ministro, de luchar como sea, pisoteando a quien sea para lograr, por ejemplo, un título universitario [1].

Esto bastó para que se desatara, hasta el día de hoy, la jauría de hienas reclamando sus espacios en la pirámide social. Globovisión entrevistó hasta el gato para que contrariaran al Ministro y le salvaran la vida a los trepadores. Alcancé a escuchar comentarios como: "Uno estudia para tener una posición en la vida"; "si yo me quemé las pestañas estudiando fue para destacarme". Eso si camaradas, a todos ellos y ellas se les veía muy convencidos de que estudiar en la sala de lectura de la universidad requiere más esfuerzo que labrar la tierra con el lomo doblado bajo el ardiente sol llanero del mediodía.

Pero esto no se quedó ahí. Los defensores del American Way of Life aprovecharon para arreciar sus denuncias contra la reforma de la Ley de Educación, alegando que esta pretende adoctrinar a sus hijos. O sea, que si cambiamos los valores del consumismo y de la competencia, por el hábito de la lectura y la solidaridad, a esto se le llama adoctrinamiento. Igualmente, si fomentamos en los niños el amor a la forma de vida venezolana, en lugar de hacerlo por el American Way of Life, a esto también se le llama adoctrinamiento. Y podemos estar seguros, que si le decimos a un niño, que el estudio es para crecer intelectualmente, y para cooperar en pro del ascenso social de todos los sectores, los depredadores nos van a saltar encima: ¡a mi no me van a adoctrinar a mi hijo!

Es posible que haya personas que confundan cambio de valores con adoctrinamiento dogmático. Algo así como confundir ideología con religión. Sin embargo, lo que pretenden los escuálidos es que no se aplane la pirámide de clases sociales. Les confieso que a mi no me gusta hablar de clases sociales —baja, media y alta— porque a veces creo que puedo herir sentimientos de personas que me rodean. Pero lamentablemente existen las clases, y los escuálidos trabajan para que persistan. Sobre este particular, camaradas, he entendido que para combatir el clasismo, así como el racismo y el endorracismo [2], necesario es sacarlo de su escondite, hacerlo visible lo más que se pueda, y estudiarlo a fondo, para así poder atacarlo desde sus causas.

Volviendo al fulano ascenso social, camaradas, entiendo que los papás escuálidos ven la educación como una inversión. Orientan a sus hijos hacia carreras lucrativas. Invierten en capital escolar para conseguir capital económico. Sin embargo, no se dan cuenta que en esta competencia por obtener títulos cada vez más lucrativos, se produce una superproducción de títulos que saturan las necesidades del mercado laboral. El estudiante que lucha contra esto, se ve obligado a conseguir aún más títulos: curso de postgrado, especialización, maestría, doctorado, y hasta un segundo título universitario, con el propósito de superar a los demás en la consecución de un puesto de trabajo. ¡Que angustia! Y lo más triste es que los demás estudiantes también hacen lo mismo. Resultado: títulos devaluados colgados en la pared. Solución: lucha individual, arribismo, competencia desleal, enemistad, soledad.

Tal cual como lo señala en su libro "La Distinción" el sociólogo francés Pierre Bourdieu:

«Los sacrificios más importantes, o los más manifiestos, que realiza el pequeñoburgués, están en la sociabilidad y en las satisfacciones que se derivan de ella. Seguro de que debe su estatus sólo a su mérito, está convencido de que debe contar sólo consigo mismo para su salvación: cada uno para sí, cada uno en su casa. Su preocupación por concentrar los esfuerzos y reducir los costos, le conduce a romper los lazos, incluso familiares, que le ponen obstáculo a su ascensión individual» [3].

Así es amigos. El pequeñoburgués pasa su vida compitiendo, metiendo zancadillas, con el sólo propósito de alcanzar un futuro de mayor prestigio, con más placeres y más comodidades. Pero al final descubre que el plazo de acceso al bien ansiado excede los límites de una vida útil humana, y debe necesariamente trasladar sus ambiciones a los hijos para vivirlas durante su vejez. Pero la mayoría de las veces, se hace imposible. Resulta que sus planes requieren de varias generaciones. O también puede que haya un quiebre de la relación de identificación con sus hijos, o sea, que los hijos no comparten las ambiciones de sus padres. Y finalmente, aparece la desproporción entre las satisfacciones y los sacrificios. Pero ya es demasiado tarde. Las ambiciones deben rebajarse o desistir de ellas. Les queda sólo la vanagloria de que lo poco que lograron fue por sus propios méritos. ¡Seguro!

¡Bájense de esa nube! Hay que recordarles a la pequeña burguesía y a la burguesía en Venezuela, que si sus hijos disfrutaron las condiciones necesarias para estudiar y llegar a obtener títulos universitarios, fue porque hubo millones que no tenían esas condiciones. El petróleo no se repartió para que todos estudiaran. La señora de servicio doméstico que atendió, y que atiende a los hijos e hijas de las clases media y alta, nunca han recibido un salario para ofrecerle las mismas condiciones a sus niños para que puedan sacar las mismas notas que los niños bien atendidos. Tampoco los hijos de la señora de servicio, pudieron ni pueden heredar el capital cultural dominante como condicionante del famoso ascenso social, ni tampoco pueden heredar el capital social, es decir, los contactos para sus futuros empleos o negocios. Y mucho menos puede la humilde señora atender a sus hijos mientras está cuidando, lejos de su rancho, a los hijos preferidos del sistema. Y cuando se quedan viviendo en las casas de los ricos, con sus hijos, porque no tienen vivienda, no hace sino recordarme los tiempos crueles de la esclavitud.

Así que dejémonos de "quemarnos las pestañas". Quitémonos ese mojón de la cabeza.

Lo que tenemos que hacer es cambiar los valores capitalistas por los valores socialistas. Cambiar valores destructivos por valores constructivos. Cambiar la educación capitalista del "tener", por la educación socialista del "ser" y del "somos". Cambiar el ascenso individual por el ascenso de la justicia social: igualdad de oportunidades en igualdad de condiciones. Cambiar la cultura dominante única de la clase burguesa anglosajona, por la cultura de los venezolanos con acceso a Internet en todos los salones de clase, a fin de que los niños, niñas y adolescentes no reciban sólo la información que los ricos difunden por Globovisión, y que a su vez puedan emplear esta herramienta de lucha para su liberación. Tenemos que encender la luz de los pueblos para descubrir los saberes nuestros, y observar con prudencia, la teología, la filosofía y la ciencia occidental, las cuales han sido utilizadas al servicio de la cultura dominante.

Analicemos los ideales de la Revolución Francesa: Libertad, igualdad y fraternidad. Si los capitalistas dicen libertad para explotar, nosotros decimos libertad para no ser explotados. Si ellos dicen igualdad de oportunidades, nosotros decimos igualdad de derechos y de condiciones. Si los escuálidos dicen fraternidad entre los panas, nosotros decimos fraternidad entre todos los pueblos hermanos.

Señoras escuálidas: ¡dejen la angustia! El Ministro sólo quiere decirles que en lugar de que presionen a sus hijos para que saquen mejores notas que las del vecino, ahora deben decirle a sus hijos que se ayuden en el estudio mutuamente, para que todos juntos descubran por igual el mundo que los rodea, y así poder crecer juntos por la sociedad, sin necesidad de competir a ver quien sabe más para ver quien va a acumular más bienes innecesarios.


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[1]
http://www.lapatriagrande.net/011_frevemun/fnbr/abn.htm
[2]http://fernandosaldivia.blogspot.com/2007/01/endorracismo.html http://fernandosaldivia.blogspot.com/2007/01/endorracismo-involuntario.html
[3] La Distinction. Critique Sociale du Jugement. Chapitre 6: La bonne volonté culturelle: La pente et le penchant, p.389. Pierre Bourdieu. Les éditions de minuit. Paris, 1979.


Publicado en Aporrea.org el 14/03/07

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Escuálidos balseros rumbo a USA y Europa

Fernando Saldivia Najul
05 marzo 2007


¡Están desesperados! ¡Que vaina! Me encontré con mi amiga María Teresa en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela. Ella es hija de inmigrantes españoles, y tuvo el privilegio de estudiar ingeniería. Ahora tiene un apartamento y un vehículo último modelo. Sin embargo, me dice que no es feliz.

¿Qué te pasa Mariaté? —le pregunto—, y me responde: tú sabes, la angustia de que viene el comunismo. Y agrega: ¡Claro! Tú sí debes estar feliz..., porque tú siempre con tus ideas. ¡Pero bueno María teresa! ¿no estás ganando más dinero que antes? Si, es verdad. Y también estoy ahorrando bastante, porque antes de que llegue el comunismo me voy para Europa, o para los Estados Unidos. ¡Eso júralo!

¡Bien bueno! Amargadita la niña.

Esta búsqueda de felicidad material que mi amiga pretende encontrar en Europa o en los Estado Unidos, me hizo recordar algunas experiencias de amigos que una vez intentaron hacer lo propio durante la Cuarta República. Es el caso de Mafe, también hija de españoles. Una vez me contó que cuando fue a realizar estudios en España, el rector de la universidad, en el acto de apertura del año escolar, le pidió a los estudiantes que por favor trataran bien a los suramericanos. Y también el caso de Franco, hijo de italianos. Recuerdo que cuando fue a visitar a sus familiares en Roma después de varios años que no los veía, a su regreso, me dijo: ¡No mi pana!..., el recibimiento afectuoso que solían darme cuando era niño, desapareció.

Luego de analizar con ellos, en su oportunidad, recuerdo que coincidieron en atribuir las motivaciones del rechazo a dos razones principalmente. Por un lado, la competencia, y por el otro, a un cierto resentimiento que tienen algunos europeos hacia los compatriotas que abandonaron su tierra natal, antes, durante y después de la guerra. Creo que me querían decir con ello, que no les agradaba el retorno de sus connacionales, porque lo hacían sólo después de que el país había sido reconstruido por aquellos que se quedaron. Eso recuerdo. Si esto es justo o no, no es tema de este artículo.

Sin embargo, sí me interesa el racismo y la xenofobia. Ayer me puse a leer unos foros sobre el aumento de la xenofobia y el racismo en España, y me encontré una carta que le envió una venezolana al portal español “20minutos.es”. La carta la titularon “Matar Sudacas” [1]. Aquí la compatriota cuenta una experiencia aterradora que vivió en el metro de Madrid el pasado mes de noviembre. La venezolana presenció a una pandilla de xenófobos cuando gritaban dentro del tren: “Vamos a matar sudacas”. Acto seguido, agredieron a un suramericano. Ella, cuenta, que a pesar de que es de piel blanca, se mantuvo en silencio. Y al final de la carta, escribe:

« No puedo expresar el terror que sentí. Supongo que como el de los judíos en la Alemania nazi. Ahora sólo pienso: ¿qué me habría pasado si hubiese hablado? »

Pues bien. Para los que no conocen el término “sudaca”, este se usa en España para nombrar a los sudamericanos, o latinoamericanos, en forma despectiva. Incluso, el término se puede emplear a los que descienden de inmigrantes europeos, como modo provocativo y violento de negarles su verdadera identidad u origen étnico. Y también, en algunos países europeos, especialmente en los de Europa del norte, “sudaca” puede designar a algún español o española de ciertas regiones de España que suelen tener características fenotípicas parecidas a la de los mestizos de Latinoamérica.

Como ven, aquí no se salva nadie.

Ahora, cualquier hijo o hija de inmigrante que pudiera leer este artículo, diría: Bueno, si me desprecian en Europa, me voy para los Estados Unidos.

No quiero desalentar a nadie. Todo el mundo tiene derecho a soñar y experimentar. Pero si quien lee estas líneas, considera que no tiene la edad para tanta aventura, es bueno que siga leyendo.

Hace unos días estuve revisando la autobiografía e ideología de Adolf Hitler, titulada Mi Lucha, “Mein Kampf”. Y me llamó la atención cómo este señor en el año 1926, cuando escribe la segunda parte de su obra, aplaude las leyes racistas de los Estados Unidos. En el Capítulo Tercero, que trata sobre los “Súbditos y ciudadanos”, dice:

« (...) es en los Estados Unidos de Norte América, donde se nota el empeño de buscar en este orden, el consejo de la razón. Al prohibir terminantemente la entrada a su territorio de inmigrantes en mal estado de salud, y excluir del derecho de ser naturalizados como ciudadanos, sin reparo alguno, a los elementos de determinadas razas, los EE.UU. reconocen en parte el principio que fundamenta la concepción racial del Estado nacionalsocialista »

Se lee claramente que el führer estaba en línea con el racismo estadounidense. De hecho, en el año 1924, se aprueba en Estados Unidos la Ley de Inmigración de 1924, “American Immigration Act of 1924” [2]. En esta ley se restringe la cuota de inmigrantes provenientes del sur, centro y este de Europa, y se favorece la cuota de inmigrantes provenientes del norte de Europa.

La ley de 1924 se fundamenta en las teorías del autor pro-eugenesia, Madison Grant, quién escribió en 1916, El Fin de la Gran Raza, “The Passing of the Great Race”. Grant pretende con este libro, alertar a las élites sobre el peligro de extinción de la raza nórdica aria, en el caso tal de que continuara la mezcla con las razas alpinas y mediterráneas consideradas inferiores. Según sus teorías, los italianos, los españoles, los portugueses, los griegos, los eslavos y los judíos, se encuentran entre aquellos que son considerados inferiores a los nórdicos. A partir de esta ley racista de los Estados Unidos, los inmigrantes italianos, españoles y portugueses se vieron obligados a desviar su ruta hacia Suramérica. Esto tenía que ser así, porque no fue sino hasta el año 1965 que a través de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, “Immigration and Nationality Act of 1965”, se abolió, muy a pesar de la elite nórdica, la ley racista de 1924.

Es verdad, la ley se abolió. Pero hay gringos que todavía sienten nostalgia. De hecho, el 10 de febrero leí por Aporrea una noticia que se titulaba “El Ku Klux Klan resurge en EEUU con los hispanos en el punto de mira” [3]. Según Deborah Lauter, directora de la Liga Anti Difamación, el KKK responsabiliza a los inmigrantes, especialmente a los latinos, de la inseguridad ciudadana y de robar los empleos de los estadounidenses.

Con todo lo anterior, compatriotas, creo que a los escuálidos les iría mejor si emigran para la hermana República de Colombia. Que aprovechen que todavía impera en el vecino país, un régimen mafioso de derecha casi dictatorial, tal cual lo anhelan ellos. Pero eso si, que no se extrañen, ni se vayan a molestar, si alguna sifrina de Bogotá, en vez de llamarles “sudacas”, les llama por cariño “venecos”.

Un saludo revolucionario a todos los venezolanos de origen europeo, quienes les duele su Patria venezolana, se reconocen como pueblo, no se sienten inferiores ni les jalan bolas a los poderosos de fenotipo ario, y a todos aquellos que entienden las virtudes extraordinarias de liderazgo que reúne nuestro Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.


_______________
[1] http://www.20minutos.es/carta/170070/0/Matar/sudacas/
[2]
http://ocp.hul.harvard.edu/immigration/outsidelink.html/http://nrs.harvard.edu/urn-3:FHCL:921230
[3]
http://www.aporrea.org/dameverbo.php?docid=90435


Publicado en Aporrea.org el 05/03/07
http://www.aporrea.org/oposicion/a31455.html

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