La oligarquía desprecia a la mujer

Fernando Saldivia Najul
28 enero 2006


Cada vez que me arriesgo a saltar de un canal del Estado a un canal de la oligarquía, la indignación y el estrés son tales, que el control del televisor se dispara solo y vuelve a su posición de descanso. No es para menos. Cuando no aparece una telenovela vulgar, es porque están pasando una batalla entre sexos. Y cuando no es un noticiero sensacionalista, es pornografía o una publicidad de prostitución. ¡Que manera de despreciar a la mujer!

¿Por qué ese empeño en rebajar a la mujer? ¿Despreciar a la mujer no significa degradarnos todos?¿Qué pensarán las hermanas, las esposas, y las hijas de los oligarcas? ¿Y que pensarán las doñitas cuando ven la telebasura que dirigen sus hijitos? Me niego a creer que ellas comparten esos valores degradantes de su propia condición de mujer. ¡Que bueno sería que le dieran un buen jalón de orejas semanal a sus monstricos! Así nos ayudarían a rescatar al menos un poquito la humanidad de la mujer que han pisado por siglos.

Pero que va. El camino es largo. Como larga es la historia de la mujer en su lucha por su libertad. Primero, que si no tenía alma y por eso teníamos que esclavizarla. Luego, que si no sentía y por eso no podía escoger libremente a su pareja. Después, que si no era inteligente, por lo tanto no podía ir a la universidad. Hasta que por fin, después de muchas batallas, las mujeres sí tienen alma, sí tienen sentimientos y sí son más inteligentes que muchos machitos oligarcas. Basta echarse un recorrido por los espacios del VI Foro Social Mundial, aquí en Caracas, y ver con regocijo la multitud de mujeres estudiantes de todo el mundo. Jóvenes que debaten con entusiasmo la transformación necesaria del mundo que los capitalistas se afanan por destruir. ¡Muy buena la lección muchachas!

Estos eventos internacionales nos animan a seguir la campaña contra la opresión. El enemigo es el patriarcado y la oligarquía. O mejor dicho, es contra el machismo y el capitalismo. Ambas son formas de opresión más o menos iguales. Oprimen la humanidad del hombre, y en mayor grado, la de la mujer.

La discriminación de la mujer se la han atribuido algunas veces al sistema político. Otras veces al sistema económico. Y otras veces ven su origen en el patriarcado. Lo cierto es que el patriarcado es anterior al capitalismo. El capitalismo heredó sus patrones, los adaptó a su imagen y semejanza, y los convirtió en algo útil y necesario para su régimen de opresión social.

Lo anterior se puede ver bien ilustrado en las pantallas de televisión. La mujer en la televisión de mercado, es presentada principalmente como un adorno, un objeto de placer, una mercancía. También se le muestra simplemente como una consumidora boba. No sé cuál de estos roles la degrada más. Lo que sí queda claro es que no dan chance para que las usuarias adolescentes se desarrollen como personas humanas.

En el ambiente veo claramente dos formas de opresión de la mujer. Por un lado, cada vez menos, está la prostitución de algunas mujeres excluidas que aún no se incorporan a las misiones, pero que están por hacerlo. Pero, por otro lado, están las jóvenes que lo hacen para satisfacer necesidades creadas por la programación que producen estos monstricos de la oligarquía. Aquí hablamos de la prostitución sutil, encubierta. Es la prostitución de las alienadas. Y no son pocas. ¿O es que acaso no es prostitución cuando una joven ofrece su compañía a cambio de gustos y comodidades que ve en la televisión?

Con esta forma perversa de la oligarquía de valorar a las adolescentes, es bueno preguntarse: ¿dónde queda el derecho de la mujer a escoger libremente a su pareja sin el acoso alienante de las cuñas y las telenovelas? ¿Dónde quedan el encuentro y la compañía espontánea entre los jóvenes?

Es obvio que la televisión de la oligarquía viola constantemente los derechos humanos. Otra muestra de ello lo podemos apreciar cuando inescrupulosamente inducen a las adolescentes al uso de la cirugía estética. Las llaman a agredir sus cuerpos y rehacerlos según patrones importados para satisfacer los deseos del hombre igualmente alienado. La situación se agrava más aún, cuando la mujer no sabe que está alienada. En su ignorancia, la televisión las hace esclava del cuerpo, esclava de la tecnología, esclava del prestigio, y por supuesto, esclava del hombre.

Amigas y amigos, a los medios hay que darles un uso más justo. Ya es tiempo de que pasen a manos de la sociedad. La oligarquía ya alienó a dos o tres generaciones de adolescentes venezolanas. ¡Ya es suficiente! Como usuario me veo obligado a censurarlos. Ellos están utilizando un espacio radioeléctrico de dominio público. Por lo tanto, son prestadores de un servicio que debe contribuir con la formación humanística de los ciudadanos. Y por supuesto, esto pasa por la creación de conciencia contra la desigualdad de género.

Para terminar, camaradas, la lucha por el rescate de la dignidad de la mujer, es de todos. De mujeres y hombres. No se puede ser de izquierda y ser machista al mismo tiempo. La lucha no es solamente por la igualdad de los hombres. Estamos hablando de la otra mitad de la población que ha sido vilipendiada y segregada por los machitos y los oligarcas. Se trata de nuestras madres, nuestras hermanas y nuestras hijas, así como también de las madres, hermanas, e hijas de nuestros hermanos venezolanos.

Otro mundo es necesario.

Con las mujeres del VI Foro Social Mundial, es posible.


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Publicado en Aporrea.org el 28/01/06
http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=19148

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¿Dignidad o terror cardenalicio?

Fernando Saldivia Najul
18 enero 2006


No creo que los jerarcas de la iglesia católica que conspiran contra el pueblo, solamente estaban esperando que la feligresía escuchara con atención sumisa, las palabras de terror que pronunció la “Dignidad Cardenalicia” durante la misa de la Divina Pastora.

En esto yo soy más pesimista. El terrorismo de las transnacionales tiene muchos caras, y muchos tentáculos. Pienso que son actos bien planificados para crear zozobra, pánico, provocación y alteración del orden público. Y después de algunas bajas, ahora sí, los canales de la TV transnacional le darían la vuelta al mundo: “Los Comunistas están persiguiendo a la Iglesia”... y “la Pastora está llorando”.

Pero el plan les falló. Y cuando escucharon el clamor del pueblo pidiendo misa, sencillamente lo silenciaron igual que lo hacen en cada derrota.

Ahora entiendo, después de tantos escándalos de jerarcas de la iglesia desde el golpe de Estado a esta parte, por qué ya no hay dignidades, y por qué ahora solamente hay indignos e indignados.

Claro, es la miseria humana contra la dignidad humana.

Pero, a los venezolanos ya no nos impresionan espacios solemnes, ni atuendos, ni ademanes, ni dignidades de ninguna naturaleza. Y mucho menos de quienes, en otros tiempos históricos, no las hubiesen podido defender por su descarada conducta inmoral.

Menos mal que ahora, el carácter sagrado que antiguamente se daba cuando se confería dignidad a la aristocracia, o a la alta jerarquía de la iglesia, ya no tiene ninguna validez racional ni moral en nuestra sociedad de iguales.

Ahora la dignidad no es personal, sino que pertenece a todo ser humano como tal. Su origen no es el Estado, ni las leyes, ni títulos, sino la propia naturaleza o dignidad de la persona humana. Más aun, de la dignidad humana ya no se deriva un deber, como antes, sino que de ella se deriva el derecho de cada ciudadano frente a la comunidad.

Sin embargo, como lo vimos el pasado sábado en el acto de Barquisimeto, hay quienes con prepotencia, se niegan a abandonar el carácter elitista de la dignidad.

Señores de la alta jerarquía de la iglesia católica: ¡Humildad! ¡Humildad!... La dignidad ahora es de todos. Es intocable. No la mancillen con su mala conducta.

Sigan el ejemplo del Presidente de la República, que todos los días en sus discursos enciende en los venezolanos el sentido de la dignidad humana, y promueve el debido respeto a los derechos humanos inherentes a ella.

Sigan el ejemplo del pueblo venezolano, que ya elevó la «Dignidad Popular» a un nivel superior.

Sigan el ejemplo de los pobres de espíritu, que se han desprendido de los bienes y honores mundanos.

Y nosotros, sigamos... buscando darle a la patria, caminos de dignidad.


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Publicado en Aporrea.org el 18/01/06
http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=18960

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Con el perdón de los chimpancés

Fernando Saldivia Najul
09 enero 2006


Con el firme propósito de crear conciencia, esta vez un poco por la vía del humor, me voy a atrever a hacer algunas reflexiones sobre el comportamiento de los llamados traidores, oportunistas, lacayos, cipayos, corruptos e inmorales en general. O mejor, para no herir a nadie, como les dicen los científicos: reaccionarios, conservadores y reformistas.

Antes, revisemos un poco los estudios de psicología moral más ampliamente aceptados. Estos nos dicen, en pocas palabras, que la moral en cada individuo se desarrolla en la medida que va creciendo, y va adquiriendo conocimientos producto de su relación con el medio que lo rodea. Así, el individuo progresa por diferentes estadios de juicio moral. Son seis en total:

Estadio 1, el castigo y obediencia; Estadio 2, el propósito y el intercambio individualista; Estadio 3, expectativas interpersonales mutuas; Estadio 4, ley y orden; Estadio 5, contrato social y derechos previos; y el Estadio 6, principios éticos universales.

Sin embargo, muy pocas personas alcanzan los estadios 5 y 6. La gran mayoría evoluciona hasta los estadios 3 y 4, del nivel medio convencional. También nos recuerdan, por otro lado, que el juicio moral de las personas no siempre coincide con su conducta moral.

Pues bien. Ubicando a los personajes en cuestión, en la escala anterior, podemos apreciar por encimita, que si éstas personas que las vemos por todas partes, ostentando poder y lujo, se sometieran a una prueba psicológica, lo más probable es que se pasearían entre los estadios 1 y 2. Y a duras penas, los que tienen un poquito de vergüenza, alcanzarían el estadio 3 de conciencia.

¿Qué le pasa a esta gente? ¿Es tanto el malestar que sienten por el pago de la deuda social? ¿Será que sus autoestimas tienen necesariamente que alimentarlas y reforzarlas dentro de una obscena sociedad de clases? ¿O se trata de complejos de inferioridad que no les permiten vivir en una sociedad de iguales, y por esta penosa debilidad tendríamos que apiadarnos de ellos?

Bueno, como sea, no todo está perdido. Estudios realizados con sociedades de chimpancés en su propio hábitat, han arrojado resultados sorprendentes en materia de socialización. A tal punto que, algunos científicos norteamericanos proponen elevar a estas especies hasta la orden de homínidos. De hecho, también se ha detectado una zona en el cerebro que condiciona la moral de los hombres, cuyas características compartimos con estos antropoides.

Si esto es así, yo voy más allá. Todos hemos podido observar a través de documentales por televisión, que los bonobos, chimpancés pigmeos, viven en una sociedad pacífica y altruista. Entonces, les propongo ubicar a esta especie, en el estadio 4 de nuestra escala. ¿Y porqué no?

Claro. Además, con el perdón de los chimpancés por la comparación, ¿no están los enemigos de la revolución más cerca de allá que de acá? ¿No estamos siendo injustos con los primos? ¿No los estamos discriminando? ¿Y si hacemos un cambalache?

Creo, por mi parte, que en el futuro, si la humanidad no se depura de estos individuos, tendremos que darles la ciudadanía a nuestros primos, con cédula de identidad y todo. De esta manera, nos ayudarían a superar los obstáculos del socialismo del siglo XXI.

Por ahora, siendo optimistas, todavía podemos apelar a la creación de conciencia. Si les damos crédito a los especialistas en este campo, el estado de conciencia íntima se puede enseñar, incentivar y fomentar con campañas de concientización, pero sin descanso. O sea, crear conciencia social para ayudarlos a subir de los estadios 1, 2 y 3 a los estadios 4, 5 y 6. Esto implica, más VTVs, más VIVEs, y más APORREAs.

Con mucho optimismo pienso que con cien años de campañas, estos personajes, de ayer y de hoy, podrían entender, por ejemplo, que una sociedad de clases como la nuestra es más vulnerable a una invasión de tropas extranjeras que una sociedad de iguales. Y si no, que se lo pregunten a los noruegos, que saben más de eso.

Para terminar, me dirijo a los que no han podido alcanzar ni siquiera el primer estadio de convivencia, el estadio 4: ¡Señores! Tenemos que entender a la humanidad como un todo. Con todas sus relaciones de causa y efecto. Somos parte de algo y no una miríada de soledades donde cada uno debe luchar contra el otro. Si no se esfuerzan a tiempo para entenderlo, me temo que será el mismo pueblo que los arrojará al pozo de los gigantes.

Nuevamente, mis disculpas a los primos.


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Publicado en Aporrea.org el 09/01/06
http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=18821

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